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diciembre 26, 2016

Querida Woolf

Qué te voy a contar yo, una jovenzuela del siglo XXIa ti, Virginia, que has sido una de las primeras en proclamar en voz alta eso de que no hay motivos para creer que las mujeres seamos inferiores a los hombres (y menos aún en literatura) en una época bastante más complicada que la mía. 

Confieso que nunca he sido una gran fan de tus novelas por motivos que no vienen ahora al caso. Pero Una habitación propia ofrece algo diferente. Vale, igual es que no soy del todo objetiva como feminista. NO, qué narices, este ensayo me ha gustado porque, entre otras cosas, tuviste los ovarios para decir grandes verdades que muy pocos se atrevían, y además presentando argumentos razonables, todo ello con gran elegancia y elocuencia.


Mucho ha llovido desde aquella conferencia que diste sobre las mujeres y la literatura. No cabe duda de que estarías orgullosa de ver lo mucho que hemos conseguido, a pesar de todo.
Siempre me pregunté por qué será que durante tanto tiempo se redujo a las mujeres a una miserable nada, a la condena del anonimato y la esclavitud de la invisibilidad. Empiezo a creer que, como dices tú, pueda deberse a 
"ese interesante y oscuro complejo masculino que ha tenido tanta influencia sobre el movimiento feminista; ese deseo profundamente arraigado en el hombre no tanto de que ella sea inferior, sino más bien de ser él superior."

Entristece pensar también en eso que dices de que no hay casi rastro de grandes figuras femeninas literarias hasta el siglo XIX, y que todavía no haya un hueco lo suficientemente grande en la historia dedicado a grandes conquistadoras, líderes de grandes naciones o ejércitos (porque no las ha habido). Dices que la novela parece ser el medio de expresión predilecto para la escritura femenina, porque de alguna forma se nos han cerrado las puertas de la poesía y otros grandes géneros. 

Y como afirmas, esto puede ser debido a que una mujer con el genio, la creatividad y la capacidad de Shakespeare en muchas épocas la hubiesen convertido en víctima de su propio talento (algo que posiblemente sabías ya de muy buena mano):

"cualquier mujer nacida en el siglo dieciséis con un gran talento se hubiera vuelto loca, se hubiera suicidado o hubiera acabado sus días en alguna casa solitaria en las afueras del pueblo, medio bruja, medio hechicera, objeto de temor y burlas. Porque no se necesita ser un gran psicólogo para estar seguro de que una muchacha muy dotada que hubiera tratado de usar su talento para la poesía hubiera tropezado con tanta frustración, de que la demás gente le hubiera creado tantas dificultades y la hubieran torturado y desgarrado de tal modo sus propios instintos contrarios que hubiera perdido la salud y la razón."


Sin embargo, lo que me gustó realmente de Una habitación propia es el carácter de tus palabras. Tal vez disimulases muy bien, pero el caso es que no dejas espacio para la amargura ni para una denuncia derrotista, sino que confías totalmente en la proximidad de un futuro prometedor con una certeza y una confianza en ti misma dignas de admiración. Tan segura estabas, que tanta razón tenías. 


Lo único que lamento decirte es que aún hoy quedan muchas mujeres sin una habitación propia. De hecho, muy pocas pueden presumir de tener realmente un cuarto propio, algo que sea enteramente de ellas. Una libertad completa. La gran mayoría, a veces tenemos que conformarnos con compartirla de manera bastante descompensada; eso si no nos obligan a quedarnos relegadas a una esquina oscura y fría de ese espacio que nos arrebatan.
Pero vamos por buen camino librando una batalla que, como bien afirmaste aquella lejana tarde de 1928, aún en la oscuridad y la dificultad, merece la pena luchar.

Recibe un cordial saludo y un auténtico agradecimiento. 

Fdo: tú, yo, y muchas más. 

diciembre 25, 2016

Regalos de Navidad

Leí por ahí que cuando te regalan libros en Navidad se alarga tu esperanza de vida. Yo creo que a mí me quieren hacer inmortal:





"Pies, ¿para qué los quiero si tengo alas pa' volar?"

diciembre 20, 2016

Cuando una peli romántica conquista el corazón de una hater

Lo he intentado muchas veces. Love Actually, Los puentes de Madison, Antes del Amanecer, Ghost, y otro largo etcétera de películas románticas que no han conseguido calar en mi corazón. Titanic fue una de las pocas que lo consiguió, claro, si no fuese así es que tendría algún tipo de psicopatía a tratar con suma urgencia.

Ahora bien, la gran mayoría de películas románticas me producen muecas de aburrimiento o hastío. Me parece que, en líneas generales, los argumentos giran en torno a los mismos clichés y a la misma temática edulcorada y frecuentemente inverosímil en la que el happy ending tiene que estar asegurado para que el público no se sienta decepcionado. Soy, dicho claramente, una hater odiosa y relamida del cine romántico moderno (recalco).


Un buen día, sin embargo, estás una noche de sábado buscando alguna película que consiga matar tu aburrimiento, y te topas con uno de los grandes estrenos del año: Yo antes de ti. Y me diréis, ¿qué coherencia tiene que estés aburrida y que decidas ver una película de ese tipo, si acabas de decir que las odias? Y yo responderé en mi defensa que ninguna. Que todo fue producto de una incontrolable pereza por buscar algo mejor y por esa simpatía que le tengo a Khaleesi/Emilia Clark, entre otras razones, por demostrar que las bajitas también molamos y que podemos hacer grandes cosas como montar dragones. Ilógico, lo sé.

El caso es que ahí me fui con este título que me viene al pelo. Yo antes de ti, el filme que conquistó a una pequeña-gran hater. Pero lo curioso es que no fue exactamente la historia de amor lo que me cautivó. 
El argumento base creo que es de sobra conocido. Emilia hace de Louisa Clark, una joven muy soñadora y feliz (riquiña, que diríamos los gallegos) que consigue un trabajo en la lujosa mansión de Will Traynor, un joven empresario aventurero que se queda tetrapléjico. Y, en efecto, se enamoran.

No voy a hacer SPOILERS como tal, pero sí voy a hablar con claridad de varios aspectos de la trama, ergo cuidao aquí. ↓

Detrás de lo que pueda parecer un tópico argumental, se esconde en realidad un mensaje diferente al que nos tiene acostumbrados este tipo de películas.  
Yo antes de ti no nos habla del poder infinito del amor, sino que nos muestra algo mucho más realista: que éste es limitado, y que cada persona al final debe decidir por sí misma. 
En relación a eso, me parece que el mensaje sobre la eutanasia se nos muestra desde una perspectiva que invita a la reflexión. En lo personal, encuentro difícil de creer que todavía la religión tenga tanto peso en este sentido, y que siga siendo una cuestión de dogmas y no de decisión personal si quieres seguir o no con tu vida.

Es cierto que, con esto, a veces se da a entender que las personas discapacitadas deben estar condenadas a una vida miserable, y que el suicidio asistido debe ser una salvación para todas ellas. No, entiendo perfectamente que haya gente que quiera seguir luchando, que encuentre que su vida debe continuar y que no necesariamente deben renunciar a la felicidad, y que hasta esa "manía" por legalizar la eutanasia pueda resultar ofensiva.


Lo que se discute, sin embargo, es otra cosa. Simplemente, hablamos del derecho a escoger. No se trata de ver la eutanasia como una obligación, sino como una posible solución para quien así lo desee. Y tal vez, haya quien no encuentre consuelo ni en la amistad, la motivación o el amor; entonces, ¿por qué obligar a nadie a vivir?

Uuups, de repente ha surgido un debate social. ¿Entendéis ahora por qué Yo antes de ti no es una peli romántica al uso, sino que tiene algo más que ofrecer? Ideal para curar la fobia al género, para pensar sobre un tema tan en boga en nuestros días y para darnos cuenta de que, desgraciadamente, a veces no podemos hacer cambiar a las personas. 



diciembre 14, 2016

Borregos

No creo en absoluto que la ignorancia te haga feliz.
En un mundo como el nuestro, ha quedado demostrado que ser ignorante te trae serios inconvenientes en la vida. Es más, ser ignorante te hace incapaz no ya de afrontar problemas, sino de identificarlos como tal. 

Básicamente, la ignorancia puede convertirte en muchas cosas. Simplificando, tal vez solo en dos. Por decirlo de alguna manera, en dos tipos de borrego. En primer lugar, puedes aspirar a ser un borrego/a de tipo conformista. Intentar convencerte de que lo que tienes, que lo hay a tu alrededor, es lo suficientemente bueno y beneficioso para ti. Que ese político que te roba, te manipula y te encandila con discursos demagogos es tu salvador. Que ese trabajo mediocre es el mejor que puedes conseguir. Que todo lo ves que en televisión, en los medios de comunicación y en las redes sociales es la pura verdad.





Que ese dogma o esa creencia que te han inculcado desde pequeño, esa afirmación de que "las cosas son como son" y que no está al alcance de nuestra mano cambiarlas, que hay algo más poderoso que tú mismo que determina tu destino y que debes aceptarlo como tal. Sin rechistar. 
Que las desgracias y las injusticias en este mundo no se pueden evitar. Ésas son las claves del borrego conformista.

Por otro lado, la ignorancia también puede convertirte en el borrego/a radical. Ese que, sin darse cuenta, obedece las órdenes del pez gordo. Ese al que le hacen creer que tiene el poder, cuando no es más que un miserable vasallo. Ese al que adoctrinan para responder con violencia, que está dispuesto a matar porque su ignorancia es la mejor ignorancia. Ese que, aunque sabe menos y peor que los demás, cree con total seguridad que sabe más y mejor.

En ninguno de los dos casos, el borrego es feliz. El borrego conformista vive una vida simplona, mortalmente conformista. No espera nada de la vida, así que la vida nada le da.
Y el borrego radical tampoco puede presumir de felicidad. Vive con la agonía de una rabia continua, de un deseo de venganza que jamás termina de satisfacer. Lo que comparten ambos es que se creen todo lo que les cuentan, a su manera.

¿El mensaje de este post? No seas un borrego. De ningún tipo. Aunque haya mucha gente a la que le convenga que te conviertas en una de las dos opciones, o las dos a la vez, ten en cuenta que tienes mucho más donde escoger. No te conformes, ni te radicalices, o en una palabra, no te borreguices.


diciembre 09, 2016

El Jilguero que pudo conmigo

Creo que cuando llevas casi tres meses con la misma lectura, es momento de rendirte. Aunque tu esperanza no te abandone hasta el último momento, llegas a un punto (concretamente, a la página 514 de 771) en el que tienes que decir basta. Si algo he aprendido, es que  con los libros pasa algo similar que con el amor: del mismo modo que no puedes forzar una relación en la que ninguno de los dos siente esa chispilla de la atracción y la pasión mutua, tampoco puedes forzar una lectura que no terminas de disfrutar. Ergo, si tú no amas el libro, el libro tampoco te amará a ti, y nada conseguiréis luchando por una relación que no os hace feliz a ninguno, así que... déjalo ir.

Dos años después de que El jilguero de Donna Tartt recibiese el Pulitzer de novela, a una servidora le entró la curiosidad por adentrarse en el misterioso mundo de un tocho de casi 800 páginas en la versión original. Hablaban de él como de la octava maravilla del mundo, como "uno de los clásicos del siglo XXI", y guau, tú, que a veces pecas de ingenua como lectora, vas y te lo crees.


Pienso que da igual que te haya gustado o no la novela, pero coincidirás conmigo en que declararla un clásico de nuestra época es un pelín exagerado (qué dirían Dickens, Cervantes, Tólstoi y compañía, ¡Virgen Santa!). Porque en sí, toda la temática, el estilo narrativo y la línea argumental ideadas por Tartt están bien, pero no tanto.

Y sí, sé que dirás que no soy quien para juzgar porque no he terminado el libro. Pero eh, en mi defensa he de decir que las 514 páginas que me he papado no solo representan más de la mitad de la historia, sino que además son prueba de toda una hazaña digna de al menos una palmadita en la espalda (el típico "lo importante no es ganar, sino participar"), sabiendo que el libro no me apasionaba demasiado. Eso, y que los diversos y variados resúmenes de internet me dieron una idea clara y concreta de cómo acabó todo, y de qué opinión tengo al respecto.

Lo que digo, en pocas palabras, no es que El jilguero sea una chapuza, ni que no tenga partes buenas, ni que escribirla no haya supuesto un gran trabajo de organización y creatividad. Lo que creo, sin embargo, es que en realidad es una historia innecesariamente larga que cuenta muy poco. Tal vez, en menos páginas y añadiendo un poco más de acción, resultaría tan fascinante como muchos proclaman. Qué os puedo decir, yo soy de las que piensa que, en ocasiones, menos es más. 

Publicado el 9/12/2016



diciembre 05, 2016

Yo no soy ecologista, yo soy fan de DiCaprio

Hay varias formas de reaccionar ante el cambio climático. Están los que, como Trump, piensan que se trata simplemente de "un cuento inventado por los chinos." Otros muchos no se consideran culpables ni de lejos, porque afirman que son solo "los grandes" los que contribuyen a la contaminación, y nada, absolutamente NADA de lo que ellos (ciudadanos ejemplares de a pie que jamás han tirado una colilla al suelo) hacen deja una huella en el planeta. 
Después están los que tienen un conciencia mínima sobre el asunto, y para acallar un poco su sentimiento de culpabilidad hacen cosas nimias como reciclar plásticos o ver Before the Flood, el documental sobre cambio climático protagonizado por DiCaprio (y yo, medio avergonzada, me incluyo en este grupo). Es un comienzo, oye.


Y ya, en último lugar, están los que realmente son ecologistas, los científicos y expertos en el tema y los que tienen pruebas fehacientes de que estamos cargándonos la naturaleza (ergo los pesaos de turno que te sermonean porque la temperatura de la tierra está cambiando mientras piensas qué tienes tú que ver con toda esa historia). A todos estos es a los que deberíamos empezar a hacer un poquito más de caso, por nuestro propio bien. 

Pero antes de nada, debemos aceptar que absolutamente TODOS Y TODAS tenemos una gran parte de responsabilidad. Porque ya no se trata solamente de que seamos un poco guarretes. No es que solo tiremos un poco de basura por aquí, ni de que talemos unos arbolitos por allá, ni que nos hayamos cargado a un par de especies animales. 
No. 
Se trata de que nuestra alimentación, nuestro consumo energético, nuestros medios de transporte, nuestro consumismo, nuestros residuos y mil cosas más nos han hecho dependientes de un estilo de vida que ya no es posible sostener. 



En otras palabras, tenemos que cambiar de forma drástica nuestra forma de vivir. Y esto, en líneas generales, no solo levanta ampollas por ser una verdad terriblemente incómoda que a la gente no le gusta escuchar, sino que además es tremendamente difícil de cambiar por culpa de a)nuestra mentalidad consumista y b) la guerra de intereses económicos y políticos que hay detrás. 

Es por eso que Before the Flood es una buena manera de hacer entender de forma sencilla y directa el problema a la gente. Porque reconozcámoslo, escuchar a tu amigo hippie amante de la naturaleza hablar sobre el calentamiento global suele dar un poco de pereza. 
En cambio, ver a DiCaprio -el rey de los memes de los Óscar, el que te robó el corazón en Titanic y el que se declara fiel defensor de la naturaleza- viajar a países en donde están cambiando los ecosistemas, desenmascarar a grandes empresas contaminantes y hablar con expertos sobre las causas, consecuencias y soluciones del problema no solo te puede hacer admirarlo aún más, sino que tal vez le da un plus de credibilidad y chaché al cambio climático, que es lo que desgraciadamente hace falta en estos momentos.

Imagen extraída de Expok

Y yo no discuto si eres o no fan de DiCaprio, si te parece un demagogo y un falso, o un actor que además de guapo es comprometido con el medio ambiente. 
Yo solo te pido que le creas cuando dice que tenemos que actuar ya porque esto es un problema que nos concierne a todos. Atajarlo a tiempo nos puede evitar poner en juego nuestro dinero, nuestra salud, y muchas vidas humanas.

Hagamos posible que el calentamiento global se convierta al final en un tema del pasado sobre el que podamos hacer chistes con total tranquilidad (véase la primera foto de la entrada). Mientras, reírnos, echarle las culpas solo a los políticos o no creernos que se trata de algo real puede ser un error que nos cueste muy caro en un futuro no muy lejano. Seamos, por una vez, un poquito menos incautos, y bastante más inteligentes de lo que hemos sido hasta ahora. 




diciembre 01, 2016

Don't overthink, o lo que es lo mismo, no te rayes la cabeza

No le des tantas vueltas al asunto.

Qué manía la mía (o la tuya, o la nuestra) de comerme la cabeza por cada error que cometo. 

Tú, (o yo) sola te mortificas y te amargas sin necesidad, pensando en aquella metedura de pata, en aquella frase dicha en un mal momento o en aquella cosa que no entendiste bien y que ahora te perturba porque, de alguna forma, crees que los demás lo recordarán. 

Sientes como que en sus mentes siempre te tendrán como el o la que dijo/hizo aquella cafrada, aquella tontería que para ti es casi imperdonable porque tienes la convicción de que gracias a ella has quedado en ridículo.

¡DIOS, PERO CÓMO LA HE CAGADO!

Sí, mujer, sí, la has cagado. Puede que mucho, puede que poco, puede que más o menos de lo que imaginas. Y, sí, también los demás la habrán notado, o no. Y puede que te hayan juzgado para bien o para mal, o para ninguna de las dos.




El caso es que, la mayoría de las veces, eres tú, soy yo, el que tiene la peor opinión de sí mismo. Nadie como tú para recordarte lo mal que has hecho algo, ningún enemigo tan convincente como ese que te llena la cabeza con su vocecilla criticona y odiosa.

No le hagas mucho caso. De verdad. Esa voz procede de un ser extremadamente exagerado y alarmista, y sobre todo egocéntrico. Se cree que sus errores son los peores que se pueden cometer, y tiene la tendencia a creer que los demás, que no tienen nada mejor que hacer, pensarán en ese fallo tuyo cada vez que te miren o te hablen, y que nunca te perdonarán.

Despreocúpate, y sigue adelante. Don't overthink, o lo que es lo mismo, no te rayes la cabeza. A nadie le interesan tanto las veces que la has fastidiado como para recordarlo de por vida. Así que a ti, por la cuenta que te trae, tampoco. Sé feliz, idiota.