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diciembre 26, 2016

Querida Woolf

Qué te voy a contar yo, una jovenzuela del siglo XXIa ti, Virginia, que has sido una de las primeras en proclamar en voz alta eso de que no hay motivos para creer que las mujeres seamos inferiores a los hombres (y menos aún en literatura) en una época bastante más complicada que la mía. 

Confieso que nunca he sido una gran fan de tus novelas por motivos que no vienen ahora al caso. Pero Una habitación propia ofrece algo diferente. Vale, igual es que no soy del todo objetiva como feminista. NO, qué narices, este ensayo me ha gustado porque, entre otras cosas, tuviste los ovarios para decir grandes verdades que muy pocos se atrevían, y además presentando argumentos razonables, todo ello con gran elegancia y elocuencia.


Mucho ha llovido desde aquella conferencia que diste sobre las mujeres y la literatura. No cabe duda de que estarías orgullosa de ver lo mucho que hemos conseguido, a pesar de todo.
Siempre me pregunté por qué será que durante tanto tiempo se redujo a las mujeres a una miserable nada, a la condena del anonimato y la esclavitud de la invisibilidad. Empiezo a creer que, como dices tú, pueda deberse a 
"ese interesante y oscuro complejo masculino que ha tenido tanta influencia sobre el movimiento feminista; ese deseo profundamente arraigado en el hombre no tanto de que ella sea inferior, sino más bien de ser él superior."

Entristece pensar también en eso que dices de que no hay casi rastro de grandes figuras femeninas literarias hasta el siglo XIX, y que todavía no haya un hueco lo suficientemente grande en la historia dedicado a grandes conquistadoras, líderes de grandes naciones o ejércitos (porque no las ha habido). Dices que la novela parece ser el medio de expresión predilecto para la escritura femenina, porque de alguna forma se nos han cerrado las puertas de la poesía y otros grandes géneros. 

Y como afirmas, esto puede ser debido a que una mujer con el genio, la creatividad y la capacidad de Shakespeare en muchas épocas la hubiesen convertido en víctima de su propio talento (algo que posiblemente sabías ya de muy buena mano):

"cualquier mujer nacida en el siglo dieciséis con un gran talento se hubiera vuelto loca, se hubiera suicidado o hubiera acabado sus días en alguna casa solitaria en las afueras del pueblo, medio bruja, medio hechicera, objeto de temor y burlas. Porque no se necesita ser un gran psicólogo para estar seguro de que una muchacha muy dotada que hubiera tratado de usar su talento para la poesía hubiera tropezado con tanta frustración, de que la demás gente le hubiera creado tantas dificultades y la hubieran torturado y desgarrado de tal modo sus propios instintos contrarios que hubiera perdido la salud y la razón."


Sin embargo, lo que me gustó realmente de Una habitación propia es el carácter de tus palabras. Tal vez disimulases muy bien, pero el caso es que no dejas espacio para la amargura ni para una denuncia derrotista, sino que confías totalmente en la proximidad de un futuro prometedor con una certeza y una confianza en ti misma dignas de admiración. Tan segura estabas, que tanta razón tenías. 


Lo único que lamento decirte es que aún hoy quedan muchas mujeres sin una habitación propia. De hecho, muy pocas pueden presumir de tener realmente un cuarto propio, algo que sea enteramente de ellas. Una libertad completa. La gran mayoría, a veces tenemos que conformarnos con compartirla de manera bastante descompensada; eso si no nos obligan a quedarnos relegadas a una esquina oscura y fría de ese espacio que nos arrebatan.
Pero vamos por buen camino librando una batalla que, como bien afirmaste aquella lejana tarde de 1928, aún en la oscuridad y la dificultad, merece la pena luchar.

Recibe un cordial saludo y un auténtico agradecimiento. 

Fdo: tú, yo, y muchas más. 

diciembre 25, 2016

Regalos de Navidad

Leí por ahí que cuando te regalan libros en Navidad se alarga tu esperanza de vida. Yo creo que a mí me quieren hacer inmortal:





"Pies, ¿para qué los quiero si tengo alas pa' volar?"

diciembre 20, 2016

Cuando una peli romántica conquista el corazón de una hater

Lo he intentado muchas veces. Love Actually, Los puentes de Madison, Antes del Amanecer, Ghost, y otro largo etcétera de películas románticas que no han conseguido calar en mi corazón. Titanic fue una de las pocas que lo consiguió, claro, si no fuese así es que tendría algún tipo de psicopatía a tratar con suma urgencia.

Ahora bien, la gran mayoría de películas románticas me producen muecas de aburrimiento o hastío. Me parece que, en líneas generales, los argumentos giran en torno a los mismos clichés y a la misma temática edulcorada y frecuentemente inverosímil en la que el happy ending tiene que estar asegurado para que el público no se sienta decepcionado. Soy, dicho claramente, una hater odiosa y relamida del cine romántico moderno (recalco).


Un buen día, sin embargo, estás una noche de sábado buscando alguna película que consiga matar tu aburrimiento, y te topas con uno de los grandes estrenos del año: Yo antes de ti. Y me diréis, ¿qué coherencia tiene que estés aburrida y que decidas ver una película de ese tipo, si acabas de decir que las odias? Y yo responderé en mi defensa que ninguna. Que todo fue producto de una incontrolable pereza por buscar algo mejor y por esa simpatía que le tengo a Khaleesi/Emilia Clark, entre otras razones, por demostrar que las bajitas también molamos y que podemos hacer grandes cosas como montar dragones. Ilógico, lo sé.

El caso es que ahí me fui con este título que me viene al pelo. Yo antes de ti, el filme que conquistó a una pequeña-gran hater. Pero lo curioso es que no fue exactamente la historia de amor lo que me cautivó. 
El argumento base creo que es de sobra conocido. Emilia hace de Louisa Clark, una joven muy soñadora y feliz (riquiña, que diríamos los gallegos) que consigue un trabajo en la lujosa mansión de Will Traynor, un joven empresario aventurero que se queda tetrapléjico. Y, en efecto, se enamoran.

No voy a hacer SPOILERS como tal, pero sí voy a hablar con claridad de varios aspectos de la trama, ergo cuidao aquí. ↓

Detrás de lo que pueda parecer un tópico argumental, se esconde en realidad un mensaje diferente al que nos tiene acostumbrados este tipo de películas.  
Yo antes de ti no nos habla del poder infinito del amor, sino que nos muestra algo mucho más realista: que éste es limitado, y que cada persona al final debe decidir por sí misma. 
En relación a eso, me parece que el mensaje sobre la eutanasia se nos muestra desde una perspectiva que invita a la reflexión. En lo personal, encuentro difícil de creer que todavía la religión tenga tanto peso en este sentido, y que siga siendo una cuestión de dogmas y no de decisión personal si quieres seguir o no con tu vida.

Es cierto que, con esto, a veces se da a entender que las personas discapacitadas deben estar condenadas a una vida miserable, y que el suicidio asistido debe ser una salvación para todas ellas. No, entiendo perfectamente que haya gente que quiera seguir luchando, que encuentre que su vida debe continuar y que no necesariamente deben renunciar a la felicidad, y que hasta esa "manía" por legalizar la eutanasia pueda resultar ofensiva.


Lo que se discute, sin embargo, es otra cosa. Simplemente, hablamos del derecho a escoger. No se trata de ver la eutanasia como una obligación, sino como una posible solución para quien así lo desee. Y tal vez, haya quien no encuentre consuelo ni en la amistad, la motivación o el amor; entonces, ¿por qué obligar a nadie a vivir?

Uuups, de repente ha surgido un debate social. ¿Entendéis ahora por qué Yo antes de ti no es una peli romántica al uso, sino que tiene algo más que ofrecer? Ideal para curar la fobia al género, para pensar sobre un tema tan en boga en nuestros días y para darnos cuenta de que, desgraciadamente, a veces no podemos hacer cambiar a las personas. 



diciembre 14, 2016

Borregos

No creo en absoluto que la ignorancia te haga feliz.
En un mundo como el nuestro, ha quedado demostrado que ser ignorante te trae serios inconvenientes en la vida. Es más, ser ignorante te hace incapaz no ya de afrontar problemas, sino de identificarlos como tal. 

Básicamente, la ignorancia puede convertirte en muchas cosas. Simplificando, tal vez solo en dos. Por decirlo de alguna manera, en dos tipos de borrego. En primer lugar, puedes aspirar a ser un borrego/a de tipo conformista. Intentar convencerte de que lo que tienes, que lo hay a tu alrededor, es lo suficientemente bueno y beneficioso para ti. Que ese político que te roba, te manipula y te encandila con discursos demagogos es tu salvador. Que ese trabajo mediocre es el mejor que puedes conseguir. Que todo lo ves que en televisión, en los medios de comunicación y en las redes sociales es la pura verdad.





Que ese dogma o esa creencia que te han inculcado desde pequeño, esa afirmación de que "las cosas son como son" y que no está al alcance de nuestra mano cambiarlas, que hay algo más poderoso que tú mismo que determina tu destino y que debes aceptarlo como tal. Sin rechistar. 
Que las desgracias y las injusticias en este mundo no se pueden evitar. Ésas son las claves del borrego conformista.

Por otro lado, la ignorancia también puede convertirte en el borrego/a radical. Ese que, sin darse cuenta, obedece las órdenes del pez gordo. Ese al que le hacen creer que tiene el poder, cuando no es más que un miserable vasallo. Ese al que adoctrinan para responder con violencia, que está dispuesto a matar porque su ignorancia es la mejor ignorancia. Ese que, aunque sabe menos y peor que los demás, cree con total seguridad que sabe más y mejor.

En ninguno de los dos casos, el borrego es feliz. El borrego conformista vive una vida simplona, mortalmente conformista. No espera nada de la vida, así que la vida nada le da.
Y el borrego radical tampoco puede presumir de felicidad. Vive con la agonía de una rabia continua, de un deseo de venganza que jamás termina de satisfacer. Lo que comparten ambos es que se creen todo lo que les cuentan, a su manera.

¿El mensaje de este post? No seas un borrego. De ningún tipo. Aunque haya mucha gente a la que le convenga que te conviertas en una de las dos opciones, o las dos a la vez, ten en cuenta que tienes mucho más donde escoger. No te conformes, ni te radicalices, o en una palabra, no te borreguices.


diciembre 09, 2016

El Jilguero que pudo conmigo

Creo que cuando llevas casi tres meses con la misma lectura, es momento de rendirte. Aunque tu esperanza no te abandone hasta el último momento, llegas a un punto (concretamente, a la página 514 de 771) en el que tienes que decir basta. Si algo he aprendido, es que  con los libros pasa algo similar que con el amor: del mismo modo que no puedes forzar una relación en la que ninguno de los dos siente esa chispilla de la atracción y la pasión mutua, tampoco puedes forzar una lectura que no terminas de disfrutar. Ergo, si tú no amas el libro, el libro tampoco te amará a ti, y nada conseguiréis luchando por una relación que no os hace feliz a ninguno, así que... déjalo ir.

Dos años después de que El jilguero de Donna Tartt recibiese el Pulitzer de novela, a una servidora le entró la curiosidad por adentrarse en el misterioso mundo de un tocho de casi 800 páginas en la versión original. Hablaban de él como de la octava maravilla del mundo, como "uno de los clásicos del siglo XXI", y guau, tú, que a veces pecas de ingenua como lectora, vas y te lo crees.


Pienso que da igual que te haya gustado o no la novela, pero coincidirás conmigo en que declararla un clásico de nuestra época es un pelín exagerado (qué dirían Dickens, Cervantes, Tólstoi y compañía, ¡Virgen Santa!). Porque en sí, toda la temática, el estilo narrativo y la línea argumental ideadas por Tartt están bien, pero no tanto.

Y sí, sé que dirás que no soy quien para juzgar porque no he terminado el libro. Pero eh, en mi defensa he de decir que las 514 páginas que me he papado no solo representan más de la mitad de la historia, sino que además son prueba de toda una hazaña digna de al menos una palmadita en la espalda (el típico "lo importante no es ganar, sino participar"), sabiendo que el libro no me apasionaba demasiado. Eso, y que los diversos y variados resúmenes de internet me dieron una idea clara y concreta de cómo acabó todo, y de qué opinión tengo al respecto.

Lo que digo, en pocas palabras, no es que El jilguero sea una chapuza, ni que no tenga partes buenas, ni que escribirla no haya supuesto un gran trabajo de organización y creatividad. Lo que creo, sin embargo, es que en realidad es una historia innecesariamente larga que cuenta muy poco. Tal vez, en menos páginas y añadiendo un poco más de acción, resultaría tan fascinante como muchos proclaman. Qué os puedo decir, yo soy de las que piensa que, en ocasiones, menos es más. 

Publicado el 9/12/2016



diciembre 05, 2016

Yo no soy ecologista, yo soy fan de DiCaprio

Hay varias formas de reaccionar ante el cambio climático. Están los que, como Trump, piensan que se trata simplemente de "un cuento inventado por los chinos." Otros muchos no se consideran culpables ni de lejos, porque afirman que son solo "los grandes" los que contribuyen a la contaminación, y nada, absolutamente NADA de lo que ellos (ciudadanos ejemplares de a pie que jamás han tirado una colilla al suelo) hacen deja una huella en el planeta. 
Después están los que tienen un conciencia mínima sobre el asunto, y para acallar un poco su sentimiento de culpabilidad hacen cosas nimias como reciclar plásticos o ver Before the Flood, el documental sobre cambio climático protagonizado por DiCaprio (y yo, medio avergonzada, me incluyo en este grupo). Es un comienzo, oye.


Y ya, en último lugar, están los que realmente son ecologistas, los científicos y expertos en el tema y los que tienen pruebas fehacientes de que estamos cargándonos la naturaleza (ergo los pesaos de turno que te sermonean porque la temperatura de la tierra está cambiando mientras piensas qué tienes tú que ver con toda esa historia). A todos estos es a los que deberíamos empezar a hacer un poquito más de caso, por nuestro propio bien. 

Pero antes de nada, debemos aceptar que absolutamente TODOS Y TODAS tenemos una gran parte de responsabilidad. Porque ya no se trata solamente de que seamos un poco guarretes. No es que solo tiremos un poco de basura por aquí, ni de que talemos unos arbolitos por allá, ni que nos hayamos cargado a un par de especies animales. 
No. 
Se trata de que nuestra alimentación, nuestro consumo energético, nuestros medios de transporte, nuestro consumismo, nuestros residuos y mil cosas más nos han hecho dependientes de un estilo de vida que ya no es posible sostener. 



En otras palabras, tenemos que cambiar de forma drástica nuestra forma de vivir. Y esto, en líneas generales, no solo levanta ampollas por ser una verdad terriblemente incómoda que a la gente no le gusta escuchar, sino que además es tremendamente difícil de cambiar por culpa de a)nuestra mentalidad consumista y b) la guerra de intereses económicos y políticos que hay detrás. 

Es por eso que Before the Flood es una buena manera de hacer entender de forma sencilla y directa el problema a la gente. Porque reconozcámoslo, escuchar a tu amigo hippie amante de la naturaleza hablar sobre el calentamiento global suele dar un poco de pereza. 
En cambio, ver a DiCaprio -el rey de los memes de los Óscar, el que te robó el corazón en Titanic y el que se declara fiel defensor de la naturaleza- viajar a países en donde están cambiando los ecosistemas, desenmascarar a grandes empresas contaminantes y hablar con expertos sobre las causas, consecuencias y soluciones del problema no solo te puede hacer admirarlo aún más, sino que tal vez le da un plus de credibilidad y chaché al cambio climático, que es lo que desgraciadamente hace falta en estos momentos.

Imagen extraída de Expok

Y yo no discuto si eres o no fan de DiCaprio, si te parece un demagogo y un falso, o un actor que además de guapo es comprometido con el medio ambiente. 
Yo solo te pido que le creas cuando dice que tenemos que actuar ya porque esto es un problema que nos concierne a todos. Atajarlo a tiempo nos puede evitar poner en juego nuestro dinero, nuestra salud, y muchas vidas humanas.

Hagamos posible que el calentamiento global se convierta al final en un tema del pasado sobre el que podamos hacer chistes con total tranquilidad (véase la primera foto de la entrada). Mientras, reírnos, echarle las culpas solo a los políticos o no creernos que se trata de algo real puede ser un error que nos cueste muy caro en un futuro no muy lejano. Seamos, por una vez, un poquito menos incautos, y bastante más inteligentes de lo que hemos sido hasta ahora. 




diciembre 01, 2016

Don't overthink, o lo que es lo mismo, no te rayes la cabeza

No le des tantas vueltas al asunto.

Qué manía la mía (o la tuya, o la nuestra) de comerme la cabeza por cada error que cometo. 

Tú, (o yo) sola te mortificas y te amargas sin necesidad, pensando en aquella metedura de pata, en aquella frase dicha en un mal momento o en aquella cosa que no entendiste bien y que ahora te perturba porque, de alguna forma, crees que los demás lo recordarán. 

Sientes como que en sus mentes siempre te tendrán como el o la que dijo/hizo aquella cafrada, aquella tontería que para ti es casi imperdonable porque tienes la convicción de que gracias a ella has quedado en ridículo.

¡DIOS, PERO CÓMO LA HE CAGADO!

Sí, mujer, sí, la has cagado. Puede que mucho, puede que poco, puede que más o menos de lo que imaginas. Y, sí, también los demás la habrán notado, o no. Y puede que te hayan juzgado para bien o para mal, o para ninguna de las dos.




El caso es que, la mayoría de las veces, eres tú, soy yo, el que tiene la peor opinión de sí mismo. Nadie como tú para recordarte lo mal que has hecho algo, ningún enemigo tan convincente como ese que te llena la cabeza con su vocecilla criticona y odiosa.

No le hagas mucho caso. De verdad. Esa voz procede de un ser extremadamente exagerado y alarmista, y sobre todo egocéntrico. Se cree que sus errores son los peores que se pueden cometer, y tiene la tendencia a creer que los demás, que no tienen nada mejor que hacer, pensarán en ese fallo tuyo cada vez que te miren o te hablen, y que nunca te perdonarán.

Despreocúpate, y sigue adelante. Don't overthink, o lo que es lo mismo, no te rayes la cabeza. A nadie le interesan tanto las veces que la has fastidiado como para recordarlo de por vida. Así que a ti, por la cuenta que te trae, tampoco. Sé feliz, idiota. 

noviembre 28, 2016

De belgas, nipones, estupor y temblores: Amélie Nothomb

Soy un poco como una de esas fans histéricas de estrellas juveniles, pero en este caso con la autora belga Amélie Nothomb. Bueno, vale, igual tanto no.
Lo que sí es cierto es que esta mujer no es una escritora cualquiera. De entre la cantidad de literatura repetitiva superventas que reina en las librerías en estos nuestros tiempos , Nothomb tiene la elegancia de escribir sobre "lo feo" con una grandísima originalidad y un estilo que la hacen única.

Es, en palabras más formales, un auténtico personaje. Mujer excéntrica, particular y hasta desconcertante, se levanta todos los días bien temprano, provista de litros de té negro, que irá consumiendo a lo largo de un día enteramente dedicado a la ardua tarea de escribir (o eso dice ella). Por no hablar de su pasión por salir en las portadas de sus libros, tanto en las ediciones en francés como en español (¡Porque yo lo valgo!).

Además, tiene un rollito intercultural que la hace aún más interesante. De origen belga, nació en Japón y pasó buena parte de su vida en el país del Sol naciente, pero aún así tiene muchos rasgos que la hacen inevitablemente una mujer occidental, y más concretamente, europea. ¿Y de dónde saco yo todo esto? Pues de varios de sus libros, que tienen una gran esencia autobiográfica.

Este es el caso de Estupor y temblores, la última novela que he leído de ella. Una historia sobre cómo Amélie se las ve negras para salir adelante en una empresa nipona, rodeada por una cultura que no termina de entender. Trabajo jerarquizado, órdenes, vejaciones y sádicos superiores son algunas de las delicias que la autora comparte de su experiencia en Tokio. Todo esto, claro, contado desde una subjetividad que deja al lector occidental sorprendido por muchas de las anécdotas retratadas en la obra.
Normal que los japoneses la odien un poco por lo que les toca.





No obstante, Amélie no es tan egocéntrica como para hablar solo de sí misma. De hecho, también tiene ficción, y esta es una ficción que te hace cuestionarte el estado mental de la autora. Si quieres hacerlo como yo, empieza por Cosmética del enemigo. A Amélie le gusta hacernos el favor de concentrar en pocas páginas historias cargadas de humor negro y no poco sarcasmo que demuestran esta genialidad de la que os hablo. A esto añádele ingeniosos diálogos, reflexiones filosóficas que aparecen de la nada y  finales inesperados, et voilá!

En suma, que si te apetece algo diferente, no creo que la Nothomb te defraude. Tienes donde elegir, que para algo se lleva el trabajo de publicar un libro al año desde aquellos maravillosos 90.
Por mi parte, esta es solo la recomendación de una fan sin ánimo de lucro.
Ainns, Amélie, si me pagases por la publicidad...

noviembre 21, 2016

Dedicado a todos los psicópatas que me quedan por conocer

Un buen día te dan esa sorpresa. Te levantas pensando que será un día normal, como otro cualquiera, hasta que llega ese momento en el que lo descubres.
Es como haber estado mirando un cuadro de esos llenos de flores, colorines, prados verdes, ovejitas si queréis. Y de repente, tras meses o incluso años mirando con admiración esa idílica pintura, descubres una manchita. Al principio parece insignificante, y quieres poner tu dedo para limpiarla. En cambio, lo que consigues es que la mancha aumente. En tu desesperación, vas frotando cada vez con más fuerza, como un tonto, intentando que desaparezca. 

Pero no, lo único que consigues es que la mancha sea ahora más evidente, hasta que llega a ocupar todo el cuadro. La maravillosa pintura que contemplabas embelesado es ahora una mezcolanza de colores, y te das cuenta de que lo que ves ahora, ese fondo negro y sucio, es lo que realmente ha estado ahí debajo todo este tiempo.


Algo parecido ocurre con algunas personas. Da igual el tipo de lazo que compartáis, de un momento a otro descubres quién es esa persona en realidad. De pronto, esa amiga fantástica, ese novio modelo o incluso ese familiar en el que tanto confiabas se convierte en una especie de psicópata desconocido. La gente es de lo más impredecible. Me sorprendo muchas veces cuando conozco "la otra cara." Es bien sabido que todos tenemos un lado oscuro que solamente mostramos a nosotros mismos, pero dios... Alguna gente me ha dado a probar del suyo, y la verdad es que a veces da puto miedo.

De un instante a otro, una relación se rompe con una violencia brutal. De pronto el odio surge por doquier, y la gente saca la artillería pesada. Ahora se trata de hacer pupa al otro, de fastidiarle e incordiarle. A ese que tanto querías, a esa que tanto idolatrabas, a esas personas por las que darías todo, ahora les tienes un asco que pa qué. Y se lo quieres hacer saber.

En fin, que parece que algunos guardan un psicópata dentro. Un Joker que permanece agazapado, y que salta con su sonrisa diabólica en cuanto la relación en cuestión no va como esperaba. Lo peor es que al final tienes que aceptarlo. Aceptar que nunca llegarás a conocer al 100% a los demás. Vivir con esa desconfianza continua te puede volver majara.  👀

Así que, a los psicópatas que me quedan por conocer, les diría que adelante. No hay forma de evitaros, después de todo. 



noviembre 18, 2016

Cuando el amor te vuelve idiota: Travesuras de la niña mala

No sé si es que debido al noviazgo de Llosa con la Presley (sí, nada más y nada menos; quién lo iba a decir) en mi subconsciente se activó algún tipo de mecanismo que me guió automáticamente a esta novela, la cual me había producido algún que otro trauma de preadolescente. Normal, qué se puede esperar de una historia en la que el protagonista, enamorado hasta las trancas no de una niña mala, sino de una reverenda cabrona, de una auténtica femme fatale, describe con lujo de detalles una escena erótica en la que clítoris y lenguas se aúnan en un festín de desenfrenado placer. No era nada personal, pero como comprenderás, por aquella época de incertidumbre hormonal la palabra sexo aún me provocaba incómodas dudas y temores, y leer aquellas tórridas descripciones me precipitó con cierta brusquedad a un mundo hasta entonces desconocido para mí. 

De esta guisa me imagino yo a la mujer
sin corazón de esta historia

Se podría decir, entonces, que Travesuras de la niña mala fue mi primer contacto con el soft porn. O no, creo que estoy exagerando...
Lo que sí es cierto, es que tras la lectura de esta novela, descubrí que el amor puede volverte un completo idiota. Y si no, que se lo digan a Ricardito, el protagonista anteriormente mencionado, a quien por cierto terminas cogiendo cariño y por quien acabas sintiendo también una especie de triste empatía. Sí, a pesar de que por momentos te entren ganas de fundirlo a collejas por ese sempiterno masoquismo, esa bondad rayana en la imbecilidad y ese enamoramiento sin caducidad, no puedes evitar entenderlo y sentir, cuanto menos, pena por él. 

El amor nos hace tontos y ciegos, y la clara prueba de ello está en ese niño bueno que nos cuenta con entusiasmo y añoranza las vicisitudes de una vida enteramente dedicada a una mujer que no lo amaba, ni lo amaría nunca. ¿Lo peor? Que Ricardo es completamente consciente de su estupidez, pero le importa una mierda, porque por alguna extraña razón, ese amor lo hace feliz. 

Travesuras de la niña mala me ha hecho renacer con esta segunda lectura, la definitiva. He disfrutado enormemente de cada parte de esta historia mitad fantasía, mitad realidad, pero sobre todo me he quedado perpleja al descubrir que todos nos parecemos de una forma u otra al niño bueno, puesto que nos empeñamos en aferrarnos a personas y/o cosas que, aun a sabiendas del daño que nos causan, no queremos soltar. 


Quiero creer que no existen personas tan masoquistas, tan bobaliconas como el niño bueno. Cuántas veces habré pensado “¡pero hazte valer, hombre de dios!”, cada vez que la niña mala, ese personaje tan egoísta, frío y ruin (y joder, tan realista que produce escalofríos) aparecía para escupir una vez más en la desgastada dignidad de su fiel enamorado. Pero ella sabe, tan bien como nosotros, que Ricardo, que más que bueno, IMBÉCIL, volverá a caer, sin pena, pero con mucha, mucha gloria, a los pies de su retorcida amada. 

Chapeau! por Vargas Llosa y por esta novela que hoy me ha vuelto a marcar. Desde ahora le dedico mi admiración como escritor, y espero volver a disfrutar en breves de otra de sus irónicas travesuras literarias, para que no se me olvide eso de que los seres humanos tenemos esa puñetera costumbre de hacernos innecesariamente infelices, porque sí.

noviembre 11, 2016

Caitlin Moran y el IVA del coño


Por culpa de Moran me han pasado dos cosas: 1) me he gastado medio paquete de Post-it para señalar las constantes frases memorables y 2) me ha dado una venada loca por retomar este abandonadísimo blog. Leyendo esta reseña y algunas de sus citas célebres, entenderás por qué. 
Y es que es inevitable no soltar alguna que otra carcajada con las ocurrencias de Moran en su libro Cómo ser mujer, como cuando se aventuró a escribir este párrafo sobre su opinión (totalmente compartida) de la depilación
No puedo creer que hayamos llegado a un punto en el que nos cuesta dinero tener un coño. Nos están obligando a pagar por el cuidado y mantenimiento de nuestra entrepierna como si se tratara de un jardín de la comunidad. Es un impuesto oculto. El IVA del coño. Es un dinero que deberíamos gastarnos en la factura de la electricidad [...]. En vez de eso, lo estamos gastando en hacer que nuestros chihuahuas parezcan una repulsiva pechuga de pollo del Lidl.



Es por ello estoy aquí. Para escribir como feminista exaltada las razones que me llevaron a adorar las percepciones directas y realistas con las que Moran habla de los temas que ya son una constante en los debates de género, pero desde una perspectiva de humor y sarcasmo que demuestra que las feministas también pueden ser tías la hostia de graciosas. 


El problema no es el porno, es la industria pornográfica
El sexo no entiende de machismo, feminismo, etnia, religión o preferencia sexual. Es una actividad tan imparcial como antigua que debería verse de una vez por todas como una parte natural y esencial para la mayoría de las personas. Y poder disfrutar de imágenes y/o vídeos sobre el tema debería ser, en teoría, muy beneficioso para nuestro aprendizaje, nuestra curiosidad y nuestro conocimiento de nosotros mismos y de los demás.

En relación a esto, Caitlin no se opone a la pornografía. A ella, como a mí, lo que le rechina es la frialdad y el surrealismo de la industria. El hecho de ver a dos o más personas follando, y querer obtener placer en el ínterin, no debería suponer un problema. El tema es que lo que entendemos por porno está muy alejado de ser algo placentero para aquellos que lo protagonizan (y para algunos que lo visualizan) y sobre todo, está muy por debajo de ser algo real



La industria pornográfica se ha encargado de fabricar un negocio de colosales penes y vaginas rasuradas, de orgasmos infinitos, de compra-venta de cuerpos que es responsable de esta deshumanización. Y estoy completamente de acuerdo con la autora cuando afirma que eso que vemos en el porno no es gente que folla, sino gente que tiene que follar, por obligación. Moran reclama que quiere ver a gente que se lo esté pasando bien, que de verdad estén disfrutando de todo eso a lo que llamamos "sexo."

En mi opinión, tenemos que empezar por hacer de la sexualidad algo natural, y a partir de ahí, explotarla de otra forma que no sea través de una filmación plástica, falsa y centrada mayoritariamente en en punto de vista masculino. En este sentido, la sexualidad y el placer femenino aún tienen mucho camino que recorrer. Pero, para empezar, se debe comenzar a entender el sexo como lo que es y de cómo funciona y sacar nuevas ideas, fantasías, proyectos si queréis. El día que de verdad aprendamos a sacar el máximo partido a nuestros orgasmos, lo vamos a flipar.


Clubs de striptease
Moran tuvo experiencia suficiente en un club de striptease como para asegurar que son sitios decadentes donde -y sí, no pongas los ojos en blanco- se perpetúa la vejación a las mujeres
No importa los argumentos que se intenten utilizar, a mí personalmente me parecen antros no solo humillantes para una quien que menea el culo y el coño en la cara de sus espectadores, sino también para sus usuarios. Qué quieres que te diga, la imagen de un hombre solitario o acompañado bebiendo whisky y babeando por una tía medio desnuda mientras experimenta una erección me sugiere que ese tío en cuestión es, dicho claramente, una especie de perdedor. Puedes aspirar a mucho más en tu vida, hombre de dios.





El problema, como dice nuestra Moran, es que los clubs de striptease son "versiones light de la historia completa de la misoginia". Detrás hay una lista de intereses económicos y sexuales que lo hacen un tipo de negocio en el que se denigra de una forma muy sutil. Así, como quien no quiere la cosa. 

Como afirma Moran con negra socarronería, la vejación sería la misma si una empresa solo contratara a limpiadores negros y que además los vistiese como en una plantación. Es absurdo pensar que, si en este último caso la gente pondría el grito en el cielo con total seguridad, todavía la existencia de los clubs de striptease no reciban la misma reacción.

En contrapartida, Moran propone que, si lo que te interesa de verdad es un buen espectáculo erótico, donde brille la carne descubierta, los pezones al aire y la sensualidad en su máximo esplendor, el cabaret es una opción más sofisticada y original donde nadie es utilizado como mero objeto sexual y donde la sexualidad adquiere un significado mucho más amplio y divertido para quien lo vea. 

Por mi parte, nunca he ido a uno, pero encuentro este razonamiento muy convincente, y francamente, se me ha despertado el gusanillo

Mujer: ni soltera ni sin hijos
Otro eterno debate en nuestra sociedad. Mientras Jennifer Anniston es continuamente bombardeada por los medios por preguntas del tipo "¿Está Jennifer embarazada?", "¿Cuándo tendrá hijos?", "¿Sigue soltera?" o "¿La aguantará lo suficiente su actual marido como para formar una familia?", vemos que Leo Dicaprio cumple años tranquilo al lado de mujeres con las que mantiene relaciones más bien efímeras sin ser víctima de ese ridículo interés esquizofrénico  de los medios por su paternidad.


Concuerdo una vez más con Moran con su idea de que es como si una mujer estuviese incompleta sin pareja o sin hijos. Todavía hace falta mucha concienciación para entender que por ser mujer no tienes ninguna obligación de ser madre, de casarte y de vivir siempre al lado de un hombre que te hace "inmensamente feliz."

No quiero que el día de mañana, si logro labrarme una carrera a base de sudor y esfuerzo, de ser una mujer exitosa y haber luchado por la igualdad de derechos la gente me mire con pena pensado "¡Pobre fracasada!" por la estúpida determinación de no querer traer retoños a este jodido mundo.


El aborto sigue siendo un tabú
Los colectivos religiosos y, dicho sea de paso, la hipocresía de una sociedad a la que se la pela el hambre en el mundo, las guerras, y las constantes atrocidades que se cometen a diario, pero que se lleva las manos a la cabeza cuando se menciona la palabra aborto, siguen usando el absurdo argumento de que "hay que valorar la vida."
¿Pero a quién quieren engañar?


La idea de esto es básicamente legalizar una práctica que lleva años haciéndose de forma ilegal en muchos países. Sí, el aborto se practica a mujeres de todas las etnias, culturas y religiones que por diversos motivos no desean sacar adelante ese embarazo. Es un gran secreto a voces que muchos fingen no escuchar. 

El discurso pro-vida responde a fórmulas demagogas y retrógradas. Se trata, por tanto, de poner a disposición de las mujeres -que son las que se quedan embarazadas- el derecho a recibir un tratamiento con toda la garantía y la seguridad, la información necesaria y la posibilidad de poder hacer algo tan simple como ELEGIR de lo que va a depender su felicidad y la de otra posible persona.



Para terminar, te tengo que pedir perdón por el pequeño spoiler que sigue: en Cómo ser mujer Moran no te enseña a ser mujer. Vas a encontrarte de todo, menos con una guía a seguir de cómo debes comportarte si tienes una vagina entre las piernas. 
En cambio, vas a descubrir afirmaciones, anécdotas y párrafos que te harán darte cuenta de muchas cosas, que te refirmarán en muchas otras que ya sabes o sospechabas; algunos con los que estarás en desacuerdo y otros que harán que te eches unas risas pensando "¡Qué grande es esta tía!

No es solo por los temas que trata, que son muchos y variados, y que posiblemente ya conozcas por las polémicas que provocan. Lo que hace Caitlin es mostrarlos desde un ángulo más creativo, más asertivo y sobre todo, irónico, y no por ello con un trasfondo menos serio y realista. Es, en definitiva, un soplo de aire fresco para el feminismo de nuestro siglo





noviembre 08, 2016

A dios pongo por testigo de que no volveré a pasar miedo

Cual Scarlett O'Hara en aquella mítica escena de Lo que el viento se llevó, hoy quiero gritar con fuerza mi versión adaptada de una de las frases más famosas de la historia del cine. Bueno, por aquello de mi agnosticismo, en realidad no voy a poner a ningún dios como testigo, sino a ti, que aunque no te conozca me pareces más de fiar (y al menos puedo verte). 

Ya he hablado alguna que otra vez del miedo. Cómo no, si soy una persona que experimenta el miedo y la duda casi a diario. Quiero pensar que todos en realidad vivimos con esa pequeña (o gran) parte de nosotras que nos inutiliza para lograr aquello que deseamos con todas nuestras ganas. 




Vaya mierda de sentimiento. Tras la posible explicación biológica del miedo, esta es una sensación que se ha vuelto totalmente inservible para los tiempos que corren. Tener miedo en una sociedad como la nuestra es sinónimo de atrincherarte bajo las mantas de tu cama en posición fetal, tembloroso y frío, convencido de que poner un pie fuera durante un segundo podría ser la experiencia más mortal de tu vida, pues todo resulta aterrador ahí afuera.

Aunque a veces yo, temblorosa y tartamudeante, me sumerjo en esas pesadas mantas de la cobardía, hoy quiero salir en pelota picada a la vida real. Quiero vivir en carne propia una película de terror. Quien sabe, igual hasta gano un Óscar a la mejor actriz de reparto.

Así que, en resumen, quiero dejar constancia de que no volveré a pasar miedo. Bueno, eso es imposible. Más bien, quiero que seas testigo de que no permitiré que el miedo me paralice. Que por su culpa me quede al margen, mirando cómo otras y otros sí se atrevieron a hacer lo que yo no, y ganaron. 

El miedo te hace una perdedora. Y perder es jodidamente aburrido.