"Cartas desde el infierno". Nadie escuchó a Ramón Sampedro

Es curioso que Ramón Sampedro posea nombre de mártir y de santo. Es, más bien, irónico. Irónico que un hombre al que la santidad enquistada, la religión en la que no creía y la Iglesia que le imponía unos dogmas que no aceptaba, lo convirtiesen precisamente en todo lo que no quería ser.
Ramón Sampedro, por tanto, no quería ser tetrapléjico. No quería vivir postrado. No quería ser mártir por un sufrimiento que consideraba innecesario. Quería vivir dignamente, pero al no poder hacerlo, prefería morir dignamente. Y durante 30 largos años, nadie le escuchó. 
En todo ese tiempo, escribió y recibió cartas desde el infierno. Unas buenas, otras malas. Unas escritas por auténticos ángeles, otras por demonios disfrazados de corderos. Desde personas en su misma situación, a sabiondos condescendientes que hablaban en nombre de un Dios mudo, pasando por abogados y jueces, algunos sordos y otros impotentes.

Cartas desde el infierno es ese tratado filosófico en el que se condensan los cuentos, poemas, cartas y reflexiones de un hombre que luchó sin otra arma que su mente. Un cuerpo muerto entre los vivos (cómo él mismo se describió), pero de fuerza hercúlea para batallar contra la moral religiosa, la relatividad de la ley, la falta de empatía, la falsa defensa de la dignidad humana que mostraban todos aquellos que le obligaban a vivir. Porque, para ellos, vivir era un deber.
No obstante, vuelvo y repito, Sampedro no era un mártir. Los que lo imaginaban como un hombre deprimido, los que le recomendaban tener fe, los que lo encomendaban a los rezos y le metían su esperanza por los ojos, estaban muy equivocados. Perdieron el tiempo y se lo hicieron perder a él durante décadas, por no escuchar.

Los que lo leemos ahora y realmente deseamos entender, entendemos. Entendemos su denuncia contra las leyes, contra el derecho constitucional a vivir, pero no a morir, cuando son ambas cosas igual de naturales y justas. Entendemos su deseo de rechazar las fuerzas del Estado y la Iglesia, que van en mayúsculas porque buscan ejercer su autoridad. Entendemos, en suma, que la eutanasia no se legaliza todavía porque detrás subyace el interés político y religioso, la superstición, el miedo y la hipocresía.

Entendemos, al fin,  que esa defensa por la vida es puro cuento chino. Que presenciamos día a día la muerte prematura que causa el hambre, la pobreza, la violencia de género, la guerra, la tenencia de armas, la explotación o la delincuencia sin pestañear y sin acordarnos de nuestra ética intermitente. Pero, está bien, para que no me acusen de extremista o demagoga, me voy a centrar en el argumento de mayor peso.
Básicamente, lo que se esconde detrás de la negación a la muerte digna, es lo de siempre: por un lado, el sucio juego político de toma y dame, de tú dices que está bien y yo, para contradecirte, te digo que está mal. Hago como que va en contra de mis principios ideológicos cuando en realidad me importa un bledo, solo defiendo mis intereses políticos. Y como al final el destino de la ciudadanía lo deciden esos cuatro señores que se reúnen en el parlamento para tirarse los trastos a la cabeza al margen de cualquier reflexión racional, pues no hay más que hablar. Sampedro, en palabras menos llanas, habla de la autoridad del Estado y la negación que este hace a sus derechos.



Por otro, está el hecho de que se le quisiese imponer una moral religiosa que él en ningún momento aceptó. Ese, para mí, es uno de los grandes problemas del asunto. Si yo no creo en ese dios que supuestamente me castigaría por renunciar al milagro de la vida, si yo no comparto su palabra transmitida a través de dudosas fuentes, si para mí la iglesia y sus dogmas no significan nada... ¿por qué diablos debo someterme a sus preceptos? En un estado supuestamente laico, esta cuestión debería tener mucho menos peso del que desgraciadamente tiene en nuestra sociedad.

Porque, al final, todo este debate se reduce a una cuestión de libertad de elección, pero sobre todo de pensamiento. De dejar de afrontar la muerte con tanta cobardía. De dejar de someter a los otros a nuestro miedo, a nuestros principios dogmáticos, a nuestro interés político. En suma, de hacernos libres de cuerpo y especialmente de mente.
Cuando así sea, podremos empezar a legislar sobre la eutanasia. Podremos plantearnos su funcionamiento, sus requisitos, sus condiciones, sus límites. Entenderemos por fin los argumentos para legalizarla, dejaremos de creer tontamente que se convertirá en una excusa para el suicidio o que provocará el castigo divino. Será, entonces, un derecho -que no una obligación- o una opción al alcance de quien se enfrente a la enfermedad irreversible.
Y aunque nadie escuchó a Ramón Sampedro, él, al final y a su manera, venció. Hagamos que esa victoria sea digna, de una vez por todas.

Publicado el 12/4/2018


CONVERSATION

21 comentarios:

  1. ¡¡¡¡¡Hola!!!!
    Yo leí el libro cuando lo publicó y estaba vivo, yo seguí mucho su caso y me alegré(dentro de lo que es posible alegrarse en un caso así) de que lograra su objetivo, aunque tuviera que hacerlo de una forma dolorosa porque le fue negada una muerte digna. Vi las famosas imágenes, que creo que ya no están, de él bebiendo el cianuro para dejar claro que lo hacía por voluntad y nadie lo envenenaba, y hace replantearse muchas cosas.

    Y lo relelí hace pocos años y me reafirmo, la muerte digna es un derecho.
    Por desgracia hace mes y medio estuve con un familiar muy querido al que hubo que sedar. La decisión fue horrorosa, pero ver que una persona se va durmiendo y sin sufrir no tiene precio. La peli Million Dollar Baby lo deja muy claro, por mucho que quieras a alguien verlo años y años tirado en una cama sin poder mover ni el cuello, sin dignidad...eso es un dolor, eso sí que es "pecado"La eutanasia hay que legalizarla ya.
    Besos y gracias por el post, me ha gustado mucho.

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  2. En una cuestión capital como esta, la religión y la política (entendiendo como tal como esa lucha partidista a la que haces referencia) deberían estar excluidas. Cuando se defendía la ley del divorcio o cuando se tramitaba la del aborto, muchas voces clamabas en su contra con argumentos de lo más retrógrados, como si el hecho de existir el divorcio o el aborto legal obligara a los que están en contra a someterse a esa práctica, en lugar de pensar que iba destinado a quienes lo deseaban.
    Nunca he entendido esa oposición a la eutanasia activa. Aunque hoy día se ha adelantado en algunos aspectos, como se comprueba con la actitud de la gran mayoría de médicos ante un enfermo terminal, recurriendo a la sedación para facilitarle una muerte indolora y acelerando su final, todavía se prohíbe la práctica de la eutanasia en enfermos como Ramón Sampedro. Si uno quiere poner fin a una vida que no es vida, es de una gran crueldad negárselo. El dilema puede darse en casos de coma que, según los médicos, podría ser reversible. Pero si una persona, en perfectas condiciones mentales, pide la eutanasia o ha dejado escritas sus últimas voluntades indicando que no quiere que le mantengan ligado a una máquina, ¿quién tiene derecho a negárselo? En Suiza se practica la eutanasia sin problema. Incluso hay clínicas especializadas para ello. Algún día en España, tarde o temprano, se acabará regulando. Al menos eso espero.
    Has tratado con gran acierto un tema tan interesante como delicado.
    Un abrazo.

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  4. Cuando en España, hace unos días, el Tribunal Constitucional manifestó que la segregación por sexos en colegios, generalmente del Opus Dei, no era anticonstitucional y fue aceptada, cuando hace unas fechas atrás se dijo que Andalucía no podía negar ayudas a estos colegios religiosos privados, ¿crees que esos tribunales van a aceptar la eutanasia?, conformémonos con la muerte asistida y ya con ella existen problemas de conciencia alegados por muchos hospitales y médicos.

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  5. Todo el mundo debería tener el decrecho a la vida digna que desee tener. Imagino que poco a poco la sociedad irá evolucionando en todos los sentidos. Hace tiempo leí un libro Yo antes de ti, que trata sobre un chico que después de un accidente queda tetrapléjico y quiere ir a Suiza a que le practiquen la eutanasia. La historia va de la familia que trata de convencerlo de que no lo haga. Al final del libro explica las razones de que no querer vivir así, básicamente dice que no es vida.
    Coincido con lo que ha comentado Josep (me he leído los comentarios), en que el hecho de que se apruebe no implica ejercerlo a quien no esté de acuerdo o no comparta la opinión. Es una decisión propia que no afecta a nadie más que a la propia víctima (sin incluir el sufrimiento de la familia).
    Yo no he leído el libro, quizás algún me anime y lo haga, pero para estas historias hay que encontrar el momento.
    Muy buena reflexión, guapa! Un besote!!

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  6. No he leído el libro, sí vi Mar adentro.
    Esa libertad de expresión de la que hablas existe, sí, pero no la de actuacíón. Si estás hecho una mierda, qué diferencia hay entre la eutanasia o el suicidio? Es solo un tema de dignidad, y cada uno debería actuar bajo su criterio y acción, siemlre y cuando no afecte a los demás. No es un voy a asesinar al resto, es no puedo más ckn mi vidam desenchufadme de esta mierda y dejadme vivir en paz.
    Ojalá se replantease su implantación y nos dejásemos de moralidades obsoletas.
    Buenísima tu reflexión.
    Besos.

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  7. Hola Sofia no he leído el libro pero sí seguí el caso y también vi la película que se hizo y que me pareció bastante fidedigna. Tener opciones es ser libre y Ramón Sampedro no las tenía, no se le dejaba tenerlas porque no podía valerse de sus manos y sus piernas para ejercer su derecho a no vivir esa vida. Fue un descanso cuando ese pobre hombre y su familia pudieron descansar de tanto sufrimiento.

    Es injusto y muy hipócrita pero seguimos en una sociedad en la que las cosas se hacen más por quedar bien que en interés de las personas y así nos va.

    Besos

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  8. Pienso como Josep, que en estos temas, la religión y la política deberían estar excluidas. Sobre todo la primera, en un país laico como estamos. Pero aquí prima la imposición, el quedar bien ante la foto, sin importar la dignidad de la persona.
    Vas a hacer que lea este libro.
    Besotes!!!

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  9. Se puede decir más alto, pero no más claro. estoy totalmente de acuerdo contigo. Estoy de acuerdo con el derecho a la vida y con el derecho a la muerte, incluso con el derecho al suicidio. Estoy harta de la hipocresía, de los fariseos, de los que se creen con la verdad en un puño porque los avala un dios que quieren imponernos a todos. Estoy tan harta como desesperanzada porque sé que en este país de gente con un criterio tan minúsculo que sigue manteniendo en el poder a una panda de corruptos populistas y metirosos, todas esas batallas están perdidas por varios años.
    Un beso.

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  10. Seamos más humanos, por favor, digan lo que digan las religiones, los políticos y la misma sociedad, hasta con un perro o un gato, cuando todo está perdido, somos más compasivos e impedimos que sigan sufriendo. Excelente tu reflexión.

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  11. Hola, Sofía. Buen tema, como siempre, nos traes. El tema de la Eutanasia se suele plantear en casos como el de Sampedro. Cuando la persona no está consciente y su estado es irreversible, los médicos suelen "facilitar" la muerte de la persona.
    En el caso de Sampedro era muy evidente la elección madura y reflexionada que había tomado, pero ¿y en otros casos? ¿Cómo distinguir esa decisión de un brote depresivo? ¿Stephen Hawking pensó en acabar con su vida alguna vez? ¿De haberlo podido hacer, lo hubiera hecho?
    Estos son de esos temas como la pena de muerte o la cadena perpetua, en los que depende de la historia que tomemos para defender una u otra tesis. En la famosa película Cadena Perpetua, se uso la historia de un preso que no era culpable para apoyar su no imposición. ¿Por qué no se utilizó, por ejemplo, a un violador de niños manifiestamente culpable?
    Bueno, tras estas cuestiones que planteo solo para generar debate y que no quede la cosa demasiado monótona, te comento mi postura. Creo que debería regularse. Establecer un período de carencia de al menos un año para que un equipo de psicólogos y demás especialistas se aseguren de la voluntad real del solicitante de la eutanasia.
    Interesante siempre divagar por aquí. Un abrazo!!

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  12. Sofía, estoy totalmente de acuerdo contigo y me encantó tu planteo, firme e inteligente, sobre un tema tan mal encarado como la eutanasia.
    Cuánto debe sufrir alguien inmóvil, pero lúcido, para ser escuchada su legítima decisión. Cuánto nos falta todavía para ser libres de ejercer algunos derechos.
    Un gran abrazo.

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  13. Hola Sofía, el tema de la eutanasia alcanza en España los mayores niveles de hipocresía que he visto en muchos años. Y el problema radica en mi opinión en el partidismo político. Y da igual su signo. Si la idea de legalizarla surge de un partido A, el partido B se opondrá y viceversa. Igual pasaría con la maternidad subrogada, si A o B, tuvieran la iniciativa de hacerla legal. La única manera de que esto hubiera tenido salida, hubiera sido incluyéndolo como precepto constitucional o mediante un pacto de estado. Nadie con mayoría absoluta tuvo el coraje para hacerlo, y además es un tema que no da votantes en masa. Es además paradójico que cualquier animal tenga la posibilidad de morir sin sufrimiento mediante la eutanasia y se practique con toda la naturalidad del mundo, mientras que las personas son privadas de algo que por encima de todo es de sentido común.
    En mí opinión, Mar Adentro es una obra maestra del cine, el libro no lo he leído.
    Buen escrito Sofía, un abrazo.

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  14. Nos traes un tema bien duro y muy necesario. Ojalá pudieramos llegar a tener eso que tanto ansiaba este hombre, poder elegir, vivir o no vivir, la muerte digna. Ainsss.. qué difícil es todo, leñe. Y que obtusa estoy hoy que no encuentro las palabras para poder expresarme en condiciones.
    Besos preciosa

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  15. Magnífico texto Sofía. Mi opinión es bastante clara, cualquiera que no quiera seguir viviendo y sea mayor de edad, tiene que tener derecho a no hacerlo, sea cual sea su circunstancia. Ni siquiera estoy hablando del infierno que tuvo que vivir Sampedro. La elección creo que la tiene que tomar el propio individuo y nadie más. Lo demás es hipocresía, como siempre.
    Me ha gustado mucho tu artículo y también me ha emocionado.
    Un besazo guapa.

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  16. No he leído el libro pero ví la película que hicieron sobre la vida de Ramón y la verdad es que te queda una gran sensación de impotencia al terminar. Yo creo que no se legisla sobre la auténtica eutanasia por puro temor (las connotaciones religioas no las cuento porque la Iglesia, se oponga a lo que se oponga, no tiene el poder de considar nada delito ni de establacer penas. Una persona que no sea religosa sencillamente puede pasar de sus preceptos y punto. Las repercusiones legales son otra cuestión muy diferente).

    Yo opino como Ziortza: una persona debería tener derecho a decidir hasta cuándo quiere vivir, siempre que esté en su sano juicio y tenga la edad suficiente. Tengo la esperanza de que nuestra realidad al respecto cambie en un futuro cercano, aunque visto lo visto, no sé yo...

    Has sacado un tema interesantísimo y que da mucho que pensar, Sofía. Además lo has tratado de forma clara y valiente, lo cual es muy de agradecer. Si todos los que estamos de acuerdo, especialmente los políticos, habláramos así de claro y sin miedos, seguramente el cambio estaría más cerca.

    Un post estupendo, ¡gracias!

    Besitos de finde.

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  17. sin duda fue una buena inspiracion para convertirme en lo que hoy soy. Y Escuchar que creo que es una cualidad que a los sanitarios a veces se nos olvida! besitos!

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  18. A mi también me tocó de cerca ya que vivo bastante cerca del Barbanza y en su momento este hombre logró visibilizar un problema que apenas tenía relevancia en la sociedad del momento. En su caso, con una consciencia plena y sin posibilidad alguna de regeneración creo que fue un acto de enorme crueldad negarle un fin digno.

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  19. Qué buena reseña Sofía con la que estoy plenamente de acuerdo. Nada más que añadir a lo que has planteado y a los comentarios de los compañeros.
    Un abrazo de los grandes Sofía.

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  20. Buenísima entrada, Sofía. Comparto tu indignación ante el hecho de que la eutanasia no esté todavía legalizada y, como tú, también creo que el ejemplo que nos dio Ramón Sampedro no caerá en nunca en el olvido; algún día se conseguirá que los ciudadanos seamos considerados personas con el suficiente criterio como para decidir sobre nuestra propia muerte. Es indignante que aún esto no sea así… La película de Amenábar sobre Ramón me llegó al alma. Creo que reflejó el tema de una forma muy lograda. Sobre todo me pareció muy buena la escena en la que un sacerdote también tetrapléjico va a visitar a Ramón y le intenta imponer su punto de vista mientras este contraataca con argumentos aplastantes. En fin, ojalá que dentro de poco podamos ver cómo la ley finalmente cambia. Un fuerte abrazo.

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  21. Hola Sofía, la historia de Sampedro, la conocí, uno de los primeros en pedir la Eutanasia en España, el suicidio asistido le llamaron. Tenía mi edad, y llevaba 20 años postrado, no me imagino...He leído con atención tus palabras. Me llegan muy directamente porque de alguna manera hace casi tres años, tuve que decidí el momento de aliviar el sufrimiento a una enferma terminal, mi madre. Morir en paz, morir digamente, lo considero un derecho, paliar el sufrimiento, ya sea físico y/o psíquico, con la muerte. Como bien expresas con tus palabras, tenemos el derecho sobre nosotros de decidir con nuestra vida y con nuestra muerte, y si no podemos que haya los medios al alcance, sin sufrimiento...esto es algo que he vivido y lo llevo dentro. Un abrazo

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