La colleja mental

La RAE, en su habitual parquedad a la hora de definir, dice que una colleja es ese "golpe que se da en la nuca con la palma de la mano". Pero, en realidad, la colleja es una manera especial de amonestación. Es la forma física de dar a entender a alguien que ha dicho o hecho una estupidez y que la parte posterior del cuello, por la posición estratégica que ofrece para la libertad de movimiento, garantiza un golpe certero y correctivo que pillaría al otro totalmente desprevenido.
Durante muchas generaciones, fue un método utilizado por madres, padres e incluso matones del que hacían uso frecuente cuando el hijo, alumno o compañero metía la pata, respectivamente.
Por mi parte, no soy partidaria de ningún tipo de violencia o maltrato, y en concreto creo que la colleja constituye un procedimiento bastante humillante para el receptor y dudoso para el emisor. Sin embargo, bien es verdad que hay en ella un punto efectista que no consiguen otras fórmulas similares. Es un toque limpio, breve, sorpresivo que, al menos por un tiempo, hace ver que algo está mal.

Por tanto, es una pena que la efectividad de esta táctica no se utilice para fines más nobles y provechosos. Es un modo de escarmiento corporal prescindible, estéril, infructuoso, como cualquier acto de violencia. Pero ¿y si esa colleja no fuese física, sino mental? ¿Y si pudiésemos aplicar un correctivo físicamente indoloro y psicológicamente eficaz que fuese directo a la nuca de esos cerebros adormilados y atontados por las ideas retrógradas, ilógicas, borreguiles? No, no nada de imaginarse repartiendo sopapos cuando te saquen de quicio. La colleja mental sería, como su propio nombre indica, un cogotazo intelectual, un pescozón mental para reprender a quien acaba de soltar una idiotez.

Comencé a reflexionar sobre esta posibilidad el otro día, mientras escuchaba una conversación de lo más interesante en el autobús. Nada tan instructivo como ese medio de transporte para entender de cerca cómo funciona y se estructura la fauna social. El caso es que delante de mí se sentaban dos mujeres de mediana edad, de cuarenta y pico, pongamos. Al parecer, una de ellas tenía una hija adolescente que últimamente le estaba dando la lata con el rollo de la igualdad de género. Y que ella estaba de acuerdo en ciertos aspectos, pero creía que en otros se estaban pasando de listas. Porque, vamos a ver, había cosas que eran de esperar. Por ejemplo, con el tema este de la manada y todas las violaciones que salen a la luz... Bueno, es que, claro, a veces pasa lo que pasa por como van vestidas y por hacer "lo que no tienen que hacer".
Así es que aquella señora, joven, mujer y para rematar madre de una chica, estaba justificando los abusos sexuales haciendo uso del argumento cavernícola de la vestimenta y el comportamiento. Si ya de por sí es un comentario que me saca de mis casillas, escucharlo en boca de una fémina es un amargo recordatorio de las muchas mujeres que siguen empecinadas en tirar piedras contra su propio tejado.

Y así, atónita, indignada y asqueada, me vino al instante a la cabeza. Recordé todas esas collejas dadas y recibidas, todos los enrojecimientos de nuca en vano y me dije a mí misma que el devenir de la historia nos ha demostrado que la colleja física es una pérdida de energía y tiempo. Que no hay nada como un buen golpe de remo en esas cabezas donde aún la tierra es plana, donde ciertos seres humanos son superiores a otros y donde todavía se justifica lo injustificable
No sé si porque comencé a fantasear con demasiada fuerza con la idea del sopapo intelectual, la señora de pronto cortó la conversación y se giró para mirarme por un segundo, sorprendida. La miré extrañada, con cara de yo no fui, y al instante ella volvió a girar la vista al frente. Acto seguido, comenzó a rascarse ligeramente la cabeza, justo donde se podía intuir la dolorida nuca de un cerebro que acaba de recibir una colleja mental. Menos mal que la siguiente ya era mi parada. 



Publicado el 9/7/2018

CONVERSATION

18 comentarios:

  1. Pues sí, donde esté una colleja intelectual que se quiten infinidad de físicas. El problema es que esta mujer no habrá entendido nada, simplemente se sintió ridícula porque ciertas "afinidades" hay que comentarlas no tan en público. No hay más. Y por eso las cosas son como son, no nos hagamos ilusiones.

    Un beso.

    ResponderEliminar
  2. Si llegas a dominar la técnica, me lo haces saber y te pido que la compartas conmigo (y con todo aquel y aquella que así lo desee). No sabes cuánto tiempo llevo deseando estampar una de esas collejas a más de uno y de una. Y en cuanto a esos prejuicios machistas, hay que reconocer, como ya apunté en una de mis entradas (ya no recuerdo a santo de qué) que muchas mujeres juegan un papel transmisor. Mientras haya madres que apoyen e inculquen a sus hijos e hijas esas creencias machistas, poco avanzaremos en este aspecto. No sé si será por esto pero me asombra que hoy en día haya chicos adolescentes que conserven y apliquen actitudes machistas para con sus parejas, y chicas adolescentes que lo acepten. ¡Collejas para todos y todas! Aunque en más de un caso les daría las de verdad, las que te hacen ver las estrellas, a ver si se enteran.
    Estupendo relato reflexivo.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  3. Uffff, oír algo así de una persona joven es sangrante. Puedo entender que personas muy mayores que han recibido una educación arcaica y estricta lo piensen(aún así conozco mucha gente mayor que es bien moderna) pero una persona de estos tiempos...menos mal que parece que la hija es diferente.
    Besos.

    ResponderEliminar
  4. Hola Sofía, estoy de acuerdo en que el autobús es un gran medio para saber como piensa el personal y ver hacia donde vamos o de donde venimos. Y por lo que se escucha por ahí y según de quien, parece que hemos realizado una regresión en el tiempo. Y lo más grave es que entre los chavales de en torno a los 20 años, e independientemente del género, se escuchan unos comentarios que no hacen más que ahondar en los prejuicios y en los roles establecidos especialmente llamativos en cuanto al vestuario, maquillaje o similiares, que parecen sacados del postfranquismo o directamente del pleistoceno. Así que nada, collejas mentales a diestro y siniestro a ver si nos vamos enterando que estamos ya en 2018. Abrazos y buena semana.

    ResponderEliminar
  5. madre mia... colllejas a todos! besitos y gracias por el texto! besitos!

    ResponderEliminar
  6. Ja, ja, ja... O como decía mi padre: "un buen tortazo a tiempo es el mejor remedio". Y eso que jamás ha dado ninguno en su vida. Lo malo de tu propuesta es que una vez se empieza es difícil ponerle freno, dado que la cantidad de estupideces que podemos escuchar cada día es ilimitada. De niño, jugábamos a un juego que al terminar recibíamos una bajo el grito de "Entre oreja y oreja, ¡colleja!". Un fuerte abrazo!

    ResponderEliminar
  7. Jjoven, mujer y madre de una chica y opina de ese modo... Se merecía esa colleja mental. Y se la merecen toda esa gente que piensa igual, que hay mucha, por desgracia.
    Besotes!!!

    ResponderEliminar
  8. Uff me pongo mala con estos comentarios. Es la mentalidad arraigada de justificar al hombre y culpabilizar a la mujer. Pero hay mucha gente así, más de las que nos pensamos. Es muy fuerte!! Y muy injusto. Me parece normal que sintieras la ganas de darle un collejón, aunque para ella, es normal lo que dice.
    Ains, qué impotencia que las mujeres no consigamos defendernos entre nosotras.
    Un besote, me ha gustado mucho la intensidad de tus collejas fantasiosas, que son tan intensas que hasta las personas que las reciben lo notan jajaja
    Muaaaaa

    ResponderEliminar
  9. Es que hay gente que se lo tiene ganado, la colleja intelectual que le hace falta a muchos y muchas. Me parece retrógrado y horrible que existan este tipo de pensamientos, que una persona jujustifiq la violencia física solo por cómo alguien se viste o con quien se junta, es de cabezas cerradas, quizá la colleja sea lo que se necesita para abrir las tapas de esos cerebros.
    Saludos

    ResponderEliminar
  10. Pues qué quieres que te diga. Yo a esa mujer de las cavernas, le habría dado de buena gana la colleja física. No es solo que se justifique lo injustificable, es que se adoptan lugares comunes puestos en circulación por gente a la que le interesan por parte de gente a la que perjudican gravemente, pero que no se para a pensar más. Eso es lo que me enerva, el que la gente vaya por ahí presumiendo de ideas y pensamientos en los que no ha reflexionado ni un leve momento.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  11. Desconocía por completo ese tipo de castigo, por aquí corrían los bofetones, tirones de pelo, etc. Actualmente, por lo que se puede ver en los colectivos/autobuses, algunas madres hasta tienen miedo que puedan ser las receptoras de alguno por parte de los hijos.
    Lo que se necesita es hacer hincapié en la educación, pero costumbres ancestrales, lamentablemente, no se cambian en pocos años.
    Habrá que practicar la colleja mental, ver si se puede transmitir y concientizar -sin abrir la boca ni levantar la mano- sobre errores y deformaciones que nos regresan a la prehistoria.
    Me gustan mucho tus reflexiones, Sofía.
    Un gran besazo.

    ResponderEliminar
  12. Aquí se demuestra que muchas, pero muchísimas veces antes de abrir la boca tenemos que pensar lo que vamos a decir. Nunca entenderé como una mujer tira piedras en el tejado de otra. Nunca. Estos casos me dejan sin palabras, paso de la incomprensión a la irritación. Y está claro, lo entiendo, que generaciones como puede ser la de mi madre, por ejemplo; tengan o se comporten de una cierta manera, por la educación de patriarcado en la que han crecido. Pero esto trata de reeducación, de comprensión y sobre todo de empatía, por unos casos que deberían hacer que todos saltáramos en defensa y no en justificación.
    Muy buena reflexión, Sofía.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  13. Acá les llamamos zapes y funcionan exactamente igual que para ustedes.
    No sé cómo podría funcionar eso de hacerlo mentalmente. Pienso que tienes una mente demasiado poderosa si la mujer además de callarse, ha volteado a mirarte y supongo a reclamarte con una mirada, y además se ha tocado el lugar indicado para el golpe.
    Oye Sofi, pero con la cantidad de padres ignorantes que tienen que educar niños, ¿qué clase de collejas mentales podrían aplicar?
    Una muy buena entrada.
    Abrazos.

    ResponderEliminar
  14. Yo creo que aquí hay algo que no contaste como que en realidad si diste la colleja o tus poderes mentales hicieron lo suyo o que la "collejeaste" tan fuerte con la mirada que casi lo sintió, ja, ja.
    Concuerdo en que en esos momentos sabemos que la colleja no sirve porque sino, todos habríamos recibido UNA sola colleja en la vida y no más.
    Por otra parte es increíble cómo nosotras mismas excusamos conductas machistas echándonos tierra a la boca. Aún me enojo cuando mi madre me va a recoger al metro porque me puse falda pero no con ella, sino con la vida porque aunque yo sé que yo no tengo culpa de nada, me enoja saber que es parcialmente verdad que las cosas suceden por "la forma en la que va vestida" y eso es lo que más rabia da de saberse feminista y aún así estar expuesta a cualquier cosa por culpa de algún mono.
    Aquí en México le decimos "zape" a la colleja, siempre son correctivos y la víctima tiende a sentirse humillada, ja, ja.
    Un beso grandote.

    ResponderEliminar
  15. EStoy totalmente de acuerdo contigo.
    Me parece humillante lo de recibir una colleja porque te quedas literalmente con cara de tonto. No es nada didáctico y en general, no sirve absolutamente de nada, más que para que se hinche como un pollo el que la otorga. Está hasta pasado de moda, fíjate lo que te digo.

    Besitos.

    ResponderEliminar
  16. No te quepa la menor duda de que fue tal tu idea sobre el “sopapo” que le llegó! :)))) Estas cosas pasan más a menudo de lo que pensamos.

    Sobre el “yo no fui”, parece contradictorio. Quieres atizarle pero cuando la “victima” se escuece, “yo no he sido” jajjajajjajaja…

    En cuanto a las ideas “preconcebidas” sobre los hechos protagonizados por ese grupo de “hombres españoles”…, no hay más que ver como ambos cuerpos armados, ejercito y guardia civil, les han incorporado de nuevo en sus puestos. Y ello tras una condena de 9 años. ¿Preludio de que cumplirán poco y justificados los hechos?

    Ye el juez encargado de “juzgar”, según su criterio personal en las Antípodas de esta sociedad, así lo sentenció.

    La denuncia y el desprecio a estos “españoles”, cuya campaña de vestimentas vistosas y llamativas, cortes de pelo de diseño, salidas públicas, fiestas y risas y demás marketing interesado, que busca diluir responsabilidades, debería ir acompañado del desprecio y la desafección social a esos cuerpos armados con justificaciones machistas y retrógradas.

    Abrazo Sofía.

    ResponderEliminar
  17. Mira que no te conozco Sofía, que no sé cómo son tus ojos, si marrones, verdes o grises… pero acabo de imaginarme la mirada fría de colleja mental que le lanzaste a la descerebrada del autobús. ¡Bravo!
    Me gusta como piensas y como lo expones querida Sofía

    ResponderEliminar

BTemplates.com