Sabemos de ella desde que nacemos. Conocemos su nombre, sus trucos, su carácter impredecible. Sabemos a la perfección los miles de disfraces tras los que se esconde: una causa natural, una torcedura del destino, un accidente, una enfermedad.
Y aún así, se las arregla continuamente para tomarnos desprevenidos. A pesar de conocerla tan bien, siempre consigue sorprendernos, hacerse con nuestro dolor.
Mientras la esperas, asusta, pero también es cierto que impacta lo rápido que se va. Se hace tanto eco antes de llegar, que solo estás seguro de que ha estado ahí por esa ausencia que deja que, a pesar de ser tan sonada, tan anunciada, tan sabida, duele, duele igual, o más.
No obstante, siempre te queda ese algo de esperanza, ese consuelo cálido que trae ese último atardecer en el que el cuerpo se apaga con las sombras, pero en el que el alma brilla, y vuela libre, con la luz.
Me ha gustado mucho tu te refieres a el atardecer que a veces es espectacular y otras no tanto. Yo con el mismo título hice una poesía a mi madre en su último atardecer. Pincha en el enlace;
ResponderEliminarhttps://mariacarmenpiriz.blogspot.com.es/2018/01/poesia-tu-ultimo-atardecer.html
Un abrazo
Es toda una coincidencia que hayamos elegido el atarceder este domingo, Maria del Carmen. En mi caso, este texto va dedicado a mi abuelo, que falleció ayer.
EliminarMuchas gracias, un abrazo grande.
Hola Sofía,
ResponderEliminarEs una entrada que me ha hecho experimentar mucha melancolía. Tu texto es muy intimista y ha conseguido atraparme. Aunque haya cierto deje de tristeza en él, es precioso, me ha cautivado.
¡Un beso muy grande!
Hola, Laura.
EliminarMuchas gracias, el texto ha surgido por un momento de melancolía y tristeza por el fallecimiento de un ser querido, pero también tiene la intención de ser esperanzador.
Un besazo y gracias por pasarte.
Hola, Sofía
EliminarSiento mucho escuchar eso. Desde aquí te envío mi pésame y un abrazo y un beso enormes.
¡Mucho ánimo, guapa!
Hola querida Sofía, lo siento mucho por la pérdida en vida de un ser tan querido como es un abuelo, tu abuelo. Pero segur que este atardecer triste y melancólico da paso a los buenos recuerdos que viviste junto a él. Comprendo tu escrito y el como lo has hecho. En lo personal y en mi blog, solo me salí una vez del tema del cine, para recordar la figura de mi padre cuando se marchó. Ojalá esa luz final de la que hablas nos congracie con la muerte y con la vida, que al final son las dos caras de la moneda.
ResponderEliminarTe envío un cariñoso y especial abrazo.
Así es, Miguel. En nuestra familia lo recordaremos como el nombre dicharachero que siempre fue.
EliminarSiento yo también la pérdida de tu padre, pero estoy segura de que su luz siempre te acompaña, de una forma u otra.
Un fuerte abrazo y mil gracias por tus palabras.
De inmediato se nota que estas letras te han salido del corazón. Son íntimas y bellas. El texto es pequeño pero muy emotivo. Veo que murió tu abuelo. Te mando un fuerte abrazo.
ResponderEliminarEl día que murió mi abuelita (la única que tuve) también escribí algo. Lo de ella fue sorpresivo, en un accidente.
Todo mi cariño para ti querida Sofía.
Gilo, muchas gracias por esas cálidas palabras. Sin duda, la marcha de un ser querido a veces nos despierta tal melancolía que solo nos queda escribir lo que sentimos.
EliminarUn fortísimo abrazo.
Un abrazo Sofía, nunca nos preparan para ver ese ocaso, donde la vida desaparece para siempre, nos queda el recuerdo y mucho de esos seres queridos quedan en nosotros si hemos estado muy apegados a ellos; con el tiempo hasta nos sorprendemos cuando lo descubrimos.
ResponderEliminarSí, Emerencia, aunque duela la pérdida, uno encuentra con el tiempo un consuelo en el recuerdo que nos dejan esas personas que ya no están.
EliminarGracias, de corazón.
Un fuerte abrazo.
Unas pocas lineas, y la cantidad de cosas que te hacen sentir. Ese vacio, esa rapidez. Me ha gustado mucho el texto, muchas gracias por compartirlo.
ResponderEliminarUn beso!
Muchas gracias a ti, Ali. Me alegro de haberte hecho sentir.
EliminarUn besazo.
He visto que tu entrada tiene dedicatoria a un ser querido que ya no está, ha sido su último atardecer, por suerte, para los que seguimos pisando la tierra, hay otros atardeceres que veremos junto a nuestros hijos, nietos, padres incluso abuelos, la vida es un continuo y hay que vivirla lo mejor que podamos.
ResponderEliminarUn abrazo
Exacto, Emilio. Solo nos queda disfrutar los atardeceres que nos queden a los que aún estamos a este lado de la vida.
EliminarUn abrazo y mil gracias por tus palabras.
Sofía, una dedicatoria preciosa. Muchísimo ánimo!
ResponderEliminarTe mando un fuerte abrazo.
Muchas gracias, Éowyn.
EliminarOtro para ti.
Cuánta sincronía con esta temática se dio en esta última semana. En tu caso es real y lo siento mucho, pero el sábado empecé a bosquejar algo sobre un final y en varios blogs también leí sobre aquella que ronda, imprevista y no tanto, en las esquinas de la vida.
ResponderEliminarUn texto muy delicado y lleno de afecto le dedicaste a tu abuela, Sofía.
Va un abrazo bien fuerte.
Una prueba de que ella es una de las pocas cosas que tenemos absolutamente todos en común. No queda otra que aceptarla.
EliminarMuchas gracias, Mirella.
Abrazos.
Lo siento mucho, Sofía. Perder a los abuelos, aunque sea algo para lo que genéticamente estamos preparados, no deja de ser ley de vida, siempre nos sorprende y nos duele. Pero yo siempre digo que ojalá perdamos a los abuelos y luego a los padres, porque lo terrible sería que ellos tuvieran que enfrentarse al hecho de perder a sus nietos o a sus hijos.
ResponderEliminarYo ya pasé la etapa de abuelos, ahora he terminado con la de los tíos (este verano se me murió la última que me quedaba) y, en breve, empezarán padres y suegros. La vida nos va preparando aunque nos parezca mentira.
Un beso, guapa.
Aunque cualquier pérdida sea dolorosa, es innegable que la biología nos ha preparado para ver morir a nuestros predecesores.
EliminarPara mí, es el primer abuelo fallecido, y espero que quede mucho hasta que se vayan los seres queridos que me quedan.
Gracias, Rosa, y un besazo.
Precioso homenaje Sofia a esa persona querida. Aunque se sepa que es inevitable siempre duele y nunca se está preparado para decir adiós a aquellos que queremos.
ResponderEliminarBesos y muchos ánimos
Sí, Conxita, ni todos los avisos que nos dan son suficientes para que duela menos.
EliminarGracias, de corazón.
Jo, lo primero es darte mi más sentido pésame, Sofía. Un texto precioso por su melancólica precisión. Un fuerte abrazo y ojalá, en alguna parte, pueda leerlo tu abuelo. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarNo sé si mi abuelo lo leeré, pero necesitaba hacerle este pequeño homenaje.
EliminarGracias, David, otro abrazo de vuelta.
Bonita reflexión, Sofía. Muy cierto que todos la conocemos, la hemos sufrido en seres a los que queríamos y que la sabemos insobornable cuando llegue nuestro momento. Eso no hace más llevadera su visita aunque, como dices, siempre hay un espacio para concebirla como una liberación. Espero que estés bien, tus letras son tristes.
ResponderEliminar¡Un abrazo grande!
Hola, Julia. Sí, mis letras son tristes por la pérdida de mi abuelo, pero también quise dejar constancia de la esperanza que dejó su marcha, pues confío en que ahora sus sufrimientos han acabado.
EliminarGracias y otro beso bien grande.
Ohhh, lo siento Sofía. Es un bellísimo post para un hecho tan triste como es una pérdida de esas que duelen, de seres tan cercanos cuya ausencia se hace insustituíble.
ResponderEliminarMi abuela va para los 95 años y temo también que llegue ese día, aunque nos puede tocar a cualquiera más joven antes que a ella. Eso es lo que tiene su puñetero carácter impredecible, como bien decías.
Un abrazo fuerte
Espero que tu abuela pueda seguir acompañándoos mucho tiempo más, Chelo. Y, por extensión, que tú y tus seres queridos viváis al máximo posible.
EliminarMuchas gracias, y un besazo.
Hola Sofía.
ResponderEliminarTe mando un abrazo enorme, cuando se fue mi abuelo algo se me fue con él, y aunque lo pasé mucho peor con mi padre lo de mi abuelo fue una herida en el alma enorme...ellos son nuestro referente.
Tu texto es precioso, me ha encantado, de verdad.
Besos.
Gracias, Marigem.
EliminarLos abuelos dejan un vacío que es difícil de llenar, aunque uno se espere que su falta llegue antes que al resto.
Un abrazo.
Hola :(
ResponderEliminarQué lástima pasar a saludarte y ver esta entrada tan bella y tan triste, pero que envuelve esa pérdida tan dura. Lo siento en el alma.
Un abrazo y mucho ánimo
Muchas gracias, de corazón.
EliminarEl consuelo que queda es que su recuerdo siempre permanecerá con nosotros.
Un abrazo.
Así es, David. Por eso hay que hacer caso a esa máxima tan repetida del carpe diem, que nunca sabemos cuándo veremos atardecer por última vez.
ResponderEliminarGracias y un abrazo.
Lo primero de todo, siento mucho tu perdida :( Un abrazo, Sofía.
ResponderEliminarRespecto al texto, me ha gustado, y mucho. Los atardeceres es lo que tienen: los conocemos, hemos visto muchos... pero a veces, nos sobrecogen y nos sorprenden. Como si los viéramos por primera vez.
Un abrazo muy grande.
Yo no lo hubiese dicho mejor, Letraherido. Los atardeceres siempre nos sobrecogen a pesar de haber visto miles y miles.
EliminarMuchísimas gracias y un fuerte abrazo!
Que bien nos has contado Sofía, la certeza de que no somos inmortales. Te voy a decir una obviedad, una simpleza seguramente, pero una vez hayamos aceptado que quienes queremos se fueron, de alguna manera se queda con nosotros y en nosotros, en los recuerdos, en la impronta que nos dejaron.
ResponderEliminarEs un precioso homenaje Sofía.
Un cariñoso beso.
Sí, Tara, de quienes se fueron tenemos que mantener al máximo los buenos recuerdos y todas las posibles enseñanzas que nos hayan dejado.
EliminarGracias de verdad por tus cálidas palabras.
Un abrazote.
Hola preciosa. Siento muchísimo tu pérdida. Como bien dices es difícil la despedida, aun sabiendo que llega. Ese dolor que se queda y que a pesar de que pasen los años sigue contigo... pero bueno, es la vida y hay que asumirlo. A mi me quedan muchos tíos y todos muy mayores ya. Así que dentro de nada viviré demasiados atardeceres y no estoy preparada.
ResponderEliminarComo siempre es un placer leerte, me encanta como te expresas y como me haces pensar.
Un beso enorme
Es ley de vida, Violeta, y por mucho que nos preparemos, nunca estaremos lo suficientemente listos.
EliminarMuchas gracias por esas palabras que me llegan al corazón.
Un abrazote.
que bello escrito me ha llegado al corazon! besitos!
ResponderEliminarGracias, de verdad, Aniña.
EliminarUn beso.
Todos esperamos esa visita indeseada que, tarde o temprano, tiene que producirse y que, cuando se presenta para llevarse consigo a un ser querido, nos deja una herida que tarda mucho en sanar. Por obvia y esperada que sea su presencia, nunca nos acostumbraremos a ella.
ResponderEliminarLa tristeza es una fuente de inspiración, sacando de nosotros los más sinceros y profundos sentimientos, tan distintos de los que manan de un episodio festivo o ficticio.
Tus bellas palabras demuestran esa profunda tristeza que sigue a una pérdida irreparable.
Que el ánimo vuelva pronto a tu mente y a tu corazón.
Un abrazo.
Sí, Josep, le decía a Gilo que el dolor, si tiene algo "bueno" es que se deja sanar, aunque sea un poquito, a través de las palabras.
EliminarGracias por tus palabras.
Un fuerte abrazo.
Como bien dices Sofía, nunca se está preparado para cuando llega, aún siendo anunciada. Bellas y tristes tus palabras, inspiradas por esa importante pérdida que lamento mucho y no sabes cuanto empatizo con tu dolor Sofía. El 28 de noviembre se fue mi abuelito y un año antes la abuela, dos de las personas más importantes de mi vida, todavía estoy intentando asimilarlo.
ResponderEliminarTe mando un fuerte abrazo.
Pues yo también siento un montón tu pérdida tan reciente, Mer. Los abuelos siempre tienen un huequito especial en el corazón, aunque muchas veces sean los primeros en marcharse.
EliminarGracias de corazón y otro abrazo cariñoso para ti.