El burka como excusa

Hace unos días terminé de leer El burka como excusa, de Wassyla Tamzali, mujer argelina militante del feminismo y el laicismo, dirigente de programas de igualdad de género en la UNESCO durante 20 años. Y todavía siento el profundo impacto de sus palabras.

Su historia es complicada, teniendo en cuenta su pasado y procedencia. En muchos de sus libros y artículos nos muestra la realidad histórica y social de los países árabes y musulmanes en los que se ha producido una revolución social y en los que actualmente priman los regímenes totalitarios, encargándose de denunciar asimismo nuestra mirada sesgada (la de los europeos) entre "nosotros" y "ellos" a la hora de aplicar leyes y políticas.

Lo que me gusta de Tamzali es que llama las cosas por su nombre, dando a cada uno de sus argumentos una contundencia cargada de razón y veracidad que es imposible negar.



Aunque El burka como excusa fue publicado en 2010, no ha perdido su vigencia. De aquellas, el debate en Francia y España sobre la regulación del velo integral hizo correr ríos de tinta, pero, en mi opinión, nadie supo ofrecer un análisis crítico como el de Tamzali. 

Así, esta pieza (considerada por la autora como "una cárcel de tela") se ha convertido en el instrumento de un juego político de toma y dame cuyo verdadero objetivo es conseguir votos, contradecir al oponente y cuyo último interés son los derechos de las mujeres. De este modo, se crea un complejo entramado de contradicciones, en las que el burka se transforma para los partidos de derecha y ultraderecha en una excusa para la xenofobia y el racismo, y para los de izquierda en la prueba evidente de la inconsistencia de un discurso que promueve una falsa libertad cultural por encima de la protección de la igualdad de género.

Por otro lado, los grupos fundamentalistas se han hecho eco de las teorías post-colonialistas para refinar el discurso del velo.


Coincido plenamente en que no nos podemos refugiar en la excusa del relativismo cultural por resultar totalmente contradictorio y contraproducente. 

Más aún, reclama que el feminismo mantenga la coherencia de un discurso que esté en contra de las distintas manifestaciones de dominación sexual más allá del debate intercultural. Por tanto, (y esta es una de las ideas que más destaco de la autora), si el movimiento feminista fue capaz de poner en cuestionamiento otras doctrinas religiosas en relación al cuerpo femenino -como es el caso del aborto-, ¿por qué usar una tónica diferente en este caso?

Además, no debemos olvidar que la permisividad y el "buenismo" pueden llevar a normalizar prácticas estigmatizadoras que siguen promoviendo profundas desigualdades y violaciones de la integridad, en este caso del sexo femenino.

Es curioso que con frecuencia se utilicen argumentos como "es su/nuestra cultura", "son sus/nuestras costumbres", "es su/nuestra religión", "así es su/nuestra sociedad" para legitimar y banalizar las desigualdades de género aquí y en cualquier parte, suyas o nuestras. Es así como cualquier tradición cultural se protege siempre por encima de los derechos universales de las mujeres, casi sin excepción. Y quienes no solo no nos oponemos sino que mostramos neutralidad o indiferencia, somos doblemente culpables. 





CONVERSATION

4 comentarios:

  1. Lo leí hace unos años y suscribo cada palabra. Tamzali es inamovible en sus aseveraciones y consigue convencer al lector.
    Te recomiendo también Carta de una mujer argelina.

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  2. La verdad es que aquí hay un intensa división dentro del feminismo, o al menos eso veo yo.
    Hace tiempo que no leo libros sobre política y temas así, debería volver a cogerlo :(
    Un abrazo.

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    1. Por desgracia, así es, Letraherido. Yo soy de las que opina que es necesario mantener una postura congruente en este sentido, para no caer en contradicciones y falsos discursos de libertad.
      La verdad es que últimamente me interesan otro tipo de lecturas, ya que durante muchos años solo me centré en la narrativa.
      Otro abrazo para ti y gracias por tu comentario.

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  3. ¡Qué libro más interesante! Me he quedado pegada a la pantalla del ordenador leyendo tu entrada. No conocía este libro, pero sin ninguna duda me lo apunto ya que habla de un tema de lo más interesante.

    ¡Un beso!

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