El trabajo que no se cobra

Mis abuelas llevan sus años en las manos, pues es ahí donde puedes leer su edad e intuir los lances de sus días. En la piel desvencijada suenan los ecos del esfuerzo de toda una vida dedicada al trabajo duro, al sacrificio, al empeño por salir adelante.
Sin embargo, mis abuelas no trabajaron en una fábrica. No fueron operarias, ni fontaneras, ni jornaleras, ni pescadoras. No tuvieron ni siquiera profesiones tradicionalmente relegadas a las mujeres, así que tampoco fueron maestras, ni niñeras, ni enfermeras.
Trabajaron mucho y hasta el cansancio, pero lo hicieron a la sombra, como quien dice. Planchar, lavar, cocinar, barrer, coser, cuidar de la familia, fueron tareas en las que se dejaron la piel, fueron labores que dejaron su impronta en sus manos marcadas por algo más que la vejez, pero por ellas no recibieron -ni recibirán- salario alguno. Claro, es comprensible. En el momento en el que les tocó vivir, el pan lo traían a casa los maridos, los que salían a la calle a ganarse el sustento familiar. Los operarios, fontaneros, jornaleros y pescadores eran ellos, después de todo.
Ta vez sea razonable, puede que lógico, pero, en cierto modo, también terriblemente injusto. Más aún tras la jubilación (pero no la suya, sino la de los abuelos), y todavía más tras la viudez. El desamparo a nivel económico y social al que se enfrentan muchas de esas mujeres cuando el marido envejece o se va, me hace pensar en lo ingrato de dedicarse a un trabajo invisible al sistema y a la propia sociedad.
Porque, a pesar de no recibir compensación alguna, mis abuelas se siguen dedicando todavía al agotador trabajo del hogar. Su jubilación no es tal porque es un cargo vitalicio, por el que no se cobra jamás. Ellas se siguen dando a esa ardua labor que se ha infravalorado cuando en realidad es tan fatigosa como cualquier otra. La prueba está en sus manos, una vez más.
"El trabajo de la casa es el más desagradecido que hay", me comenta siempre una de ellas.


Cuánta razón encuentro en sus palabras al pensar que, de entre todos los trabajos a los que se han dedicado las mujeres a lo largo de la historia, hay uno que hemos olvidado especialmente. No somos lo suficientemente conscientes de que, generación tras generación, miles de mujeres han cargando con la extenuante responsabilidad del cuidado del hogar. Sin descanso, en solitario y algunas de ellas hasta equiparándolo con su vida laboral.
Es una suerte saber que el cuento está cambiando, aunque sea a paso lento, ya que este trabajo que no se ve empieza a caer también en otros hombros a parte de los suyos. No obstante, el sudor en la frente de esas esposas, madres y abuelas del que solo eran testigo las cuatro paredes de la casa, tiene que ser reconocido y sobre todo agradecido como se merece. Y los días como este son, precisamente, los más indicados para ello.





Publicado el 8/3/2018



CONVERSATION

20 comentarios:

  1. Aquellas abuelas trabajadoras incansables, hacedoras de hogares, criadoras de hijos, aquellas mujeres recibían el pago del afecto, el del reconocimiento de aquellos hombres que ,diferente, tambien tenían un trabajo duro. Un abrazo

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  2. Hola.
    Totalmente de acuerdo, y mi bisabuela vivía en el campo y quedó viuda con 9 hijos, ella llegó a tirar del arado un año en que se les murió el burro y no tenían un animal de carga...qué triste.
    Hace un par de años hice un post sobre las mujeres de agua, en casa se me estropeó el calentador de agua y a la vez se me rompió la lavadora y estuve unos 4 o 5 días sin agua caliente y lavando a mano y me imaginé pasarme la vida así, como ellas y ufffff, durísimo.
    Besos.

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  3. Desde muy pequeña oí decir a mi madre aquello de "a ver cuando tengo yo vacaciones". Y es que, a pesar de que mi padre algo cocinaba y alguna compra hacía (hace más de "amo de casa" desde que se ha jubilado, la verdad), no era más que una simple ayuda y el trabajo de verdad recaía siempre en ella. Ellos trabajaban fuera y tenían que descansar al llegar a casa, pero entonces mi madre decía "a ver cuando descanso yo". Nunca llegó la sangre al río y yo asistía a esos diálogos apabullada por la innegable lógica. Las dos parejas estables que he tenido han trabajado más de "amo de casa" que yo. Algo dejó mi madre grabado en mí.
    Un beso.

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  4. Creo que eres o vives en Galicia Sofía, y en Galicia por tradición, las mujeres no solo eran amas de casa (con las connotaciones negativas que tiene el concepto), eran las sostenedoras en la ausencia de sus hombres, y también cuando estos estaban. Las educadoras, las mantenedoras, las currantas dentro y fuera, las viudas cuando sus hombres se quedaban en el mar.
    Y todas las demás mujeres que tan bien nos has hecho verlas, nuestras abuelas, madres, y aún las actuales, que todo no es pasado. Las que se quedan en casa por circunstancias, porque no saben, o no pueden, o no quieren (que es una opción igual de aceptable)... por todas ellas, mi admiración y mi respeto.

    Gran entrada Sofía.

    Un abrazo compañera.

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  5. Totalmente injusto Sofía. Acá, cuando éramos niños y cuando ya no tanto, cuando le preguntaban a un niño a que se dedicaban sus papás, si la madre era ama de casa decía que su mamá no trabajaba. Y así lo aprendimos, y ninguna maestra nos educó al respecto. Y así hay quienes piensan que aun si la mujer trabaja debe hacer las labores del hogar como si fuera su obligación.
    Mi madre es graciosa, trabaja con otras mujeres, a las que alecciona sobre su conveniente liberación, hablándoles de que no deben dejarse de sus maridos. Pero ella en la casa es la típica madre machista, la que le hace todo a mi padre, al que nunca le exige que levante su plato, porque dice, él así aprendió. A veces pienso: si la vieran esas mujeres se cagarían de risa, jajajaja.
    Abrazos Sofi.

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  6. Esto es una lucha constante, pero no podrá con nosotras.
    Besos y feliz día.

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  7. Aquellas mujeres en la sombra solían pensar que aquello que apenas daba tregua era su obligación y que no las eximía de ello el hecho de trabajar también fuera de casa. Mi abuela trabajaba en una fábrica de conservas de pescado, en la que por cierto ganaba mucho menos que un hombre, y solía presumir, con un orgullo indisimulado, de que mi abuelo no sabía ni freír un huevo.

    Ahora miro con tristeza a las mujeres marroquíes que trabajan como empleadas de hogar en Ceuta mientras esperan el autobús, de dónde vienen, qué piensan, con qué sueñan. Seguramente, después de ocho horas de estar limpiando, cocinando, fregando los platos..., se predisponen a seguir con la dura tareas en sus casas y cuando pasemos cerca de ellas dirán, con una resignación difusa, y un convencimiento firme, que Dios lo ha querido así.

    Me ha gustado tu artículo, tienes algo especial.

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  8. Hola Sofía, lo más triste de esta situación, es que no pocas mujeres además de ahora poder trabajar fuera de su casa, cuando llegan a ella, tiene que volver a realizar casi todas las tareas del hogar, sumando dos trabajos al precio de uno. Hay una frase demoledora para la sociedad actual, que he escuchado en algunas mujeres que venía a decir algo así como "mi pareja me ayuda mucho en las tareas del hogar". Y es que en ese "ayuda" podemos ver reflejado el carácter de una sociedad patriarcal, que por lógica debería ir modulándose hacia una sociedad en la que el reparto de las tares domesticas sea algo que deje de ser noticiable. En cualquier caso, me parece que si es por elección propia la figura del "ama de casa" o incluso la del "amo de casa", es tan respetable como el que se quiera dedicar a la meditación trascendental o a la ingeniería industrial. Lo importante es la libertad de elección.
    Un cálido abrazo Sofía y felicidades en este día tan especial para la mujer.

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  9. Hola, Sofía. Bueno... en esta ocasión solo puedo asentir a tu alegato que destila sentido común y justicia por todas partes. Avanzar, avanzamos. Como dices, con lentitud. Pero nada cuesta más que cambiar la inercia o la rutina. Pero afortunadamente, quedan muy lejos aquellos tiempos en los que cuando la mujer rellenaba el apartado de su profesión la respuesta habitual era aquella fórmula de "sus labores" o aquello que leí, más asqueroso todavía, "las labores propias de su sexo" y esto en documentos oficiales.
    Un abrazo!!

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  10. Totalmente de acuerdo con lo que comentas Sofia. Ese trabajo tan poco valorado, que se da por supuesto, en el que no hay nunca descanso ni vacaciones y que encima nunca se reconoce.

    Hace unos días una amiga me contaba sobre su hija y me decía no ha sido nunca demasiado brillante en el trabajo pero ha hecho una gran labor como madre. Para mí eso era brillar en lo importante y ella estuvo de acuerdo en que también. Me hizo pensar en que parece que el único trabajo que se sigue valorando es el que se hace fuera de casa como si educar a personitas que valgan la pena o cuidar a aquellos que se quiere no fuera algo de más éxito que ninguna otra profesión.

    Afortunadamente cada vez somos más los que reconocemos el trabajo de fuera y de dentro y el de dentro es compartido, nadie ayuda a nadie sino que se colabora porque no es algo ligado al sexo sino a la familia.
    Un beso

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  11. No puedo añadir nada a tu texto, Sofía. Porque estoy totalmente de acuerdo contigo.

    Un beso.

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  12. Que gran verdad, la casa da muchisimo trabajo, y no solo la casa, toda la economía familiar, las comidas diarias, y la educacion de los niños, el ayudar con los deberes, ir al medico, o a las clases extra... admiro a las mujeres que se dedican a esto, como tu dices, a tiempo completo o parcial. Siempre me quejo de que no tengo tiempo, pero vivo mejor de lo que quiero.
    Gran texto.
    Un beso!

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  13. Todavía recuerdo a mi abuela Elvira,... era panadera,... bueno el título lo tenía mi abuelo.

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  14. gran texto como todos los tuyos!
    p.d; te he dejado un premio en mi blog como agradecimiento con tu trabajo en el blog.

    besitos!

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  15. Un post precioso, Sofía, que es también un homenaje a todas las mujeres en general y a tus abuelas en particular. Totalmente cierto que el trabajo de la casa es muy desagradecido, y que además no se acaba nunca. Y lo que son las cosas, tan es un trabajo con todas las letras, que las mujeres que se dedican a profesiones muy absorventes, necesitan contratar a alguien que se lo haga o que al menos les eche una mano. Esas al menos sí cobran, aunque su labor parezca carecer de mérito

    Buen texto, Sofía, y muy apropiado para reflexionar.

    ¡Un beso y feliz comienzo de semana!

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  16. Totalmente de acuerdo, Sofía. Un trabajo que no acaba nunca, por el que no se cobra un sueldo y que no está reconocido fuera de casa y, a veces, tampoco dentro.
    Un hurra por tus abuelas, por las mías y por todas en general.
    Abrazos y feliz semana

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  17. Totalmente de acuerdo con tu escrito, como siempre un lujazo leerte. A ver si conseguimos cambiar las cosas. Un beso guapa.

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  18. Excelente post a favor de la labor resignada y callada de millones de mujeres que, tras tantos años de ejercer como ama de casa, con todo el abanico de actividades que ello implicaba, incluyendo también la educación de los hijos, llegan ahora a la vejez sin ver premiada -y a veces ni siquiera reconocida- su labor. Y en el campo, las mujeres también trabajaban duramente.
    Ciertamente era algo normal en épocas pretéritas, en las que se diferenciaban los papeles del hombre y de la mujer en el seno de la familia. El hombre era el responsable de la manutención y sostenimiento familiar, y así había sido educado, mientras la mujer era la que se quedaba en casa para responsabilizarse de las tareas domésticas. Ahora, cuando los tiempos han cambiado, si se siguiera dando esta separación de roles de mutuo acuerdo no tendría nada que objetar, siempre que se reconociera de algún modo tangible el trabajo de la mujer que se queda en casa al cuidado de los niños y del hogar, contabilizándose los años transcurridos con este quehacer como parte de su vida laboral. Las cosas están cambiando pero todavía estamos muy lejos de esta situación ideal.
    Un abrazo.

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  19. Dí que sí, es el trabajo más desagradecido que hay en el sentido literal de la palabra, ¿quién da las gracias cuando, a diario, se encuentra el plato puesto en la mesa o una camisa planchada o un suelo fregado?
    Yo no tengo que remontarse a mi abuela siquiera (me queda una). Mi padre es algo que siempre dice: mira qué manos más viejas tengo.

    Excelente post, Sofía. Reinvidicativo como debe ser.

    Un beso.

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  20. Un texto perfecto!! Estoy totalmente de acuerdo contigo!! No se puede añadir nada más!!
    Besicos!!

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