Hace un tiempo fue el qué del cuando. Es decir, de lo que siento cuando escribo. Ahora, curiosamente, un acento lo cambia todo, abriendo dos interrogaciones invisibles pero significativas que hablan del instante, del momento, del tiempo.
¿Cuándo escribo?
En primer lugar, sin reglas, sin horarios, sin fecha en el calendario. Escribo cuando salen a borbotones las palabras, cuando he callado demás, cuando no he dicho todo lo que tenía que decir, así que lo tengo que escribir.
En primer lugar, sin reglas, sin horarios, sin fecha en el calendario. Escribo cuando salen a borbotones las palabras, cuando he callado demás, cuando no he dicho todo lo que tenía que decir, así que lo tengo que escribir.
Cuando la vida no se interpone en mi camino haciéndome tropezar con la rutina, cuando se me agota la pereza, cuando encuentro un hueco entre la falta de tiempo. Escribo cuando me libero de excusas que no me creo ni yo, cuando vuelvo del después al ahora.
También cuando los dedos se me escapan de las manos para darse de cabezazos contra las teclas. Cuando le suelto el freno de mano a la inspiración, cuando avanzo por ese terrero árido en el que se convierte la página en blanco, tan silenciosa e imponente. Cuando venzo ese terror a la inmaculada nada que reina altiva antes de la primera letra.
También cuando los dedos se me escapan de las manos para darse de cabezazos contra las teclas. Cuando le suelto el freno de mano a la inspiración, cuando avanzo por ese terrero árido en el que se convierte la página en blanco, tan silenciosa e imponente. Cuando venzo ese terror a la inmaculada nada que reina altiva antes de la primera letra.
Escribo cuando las baterías bajas de los móviles me alejan por un rato de la adicción. Cuando apago el ruido de las redes, los likes, los emojis, las fake news y escucho y veo otra vez los gustos, las caras y las mentiras y verdades que se cuecen en mi propia red social: mi mente.
Cuando supero el miedo escénico a los ojos que me leen, incluso sabiendo que la mayoría no pueden verme. Cuando quiero, entonces, que me lean.
Pero, no es verdad que no haya una pequeña regla, pues es en ese momento en el que se rompe el día, cuando se resquebraja la tarde, cuando la luz se atenúa, cuando más escribo. Será que es entonces cuando se despiertan mis fantasmas o cuando más dormidos están mis sueños. Aún no lo tengo claro.
Cuando supero el miedo escénico a los ojos que me leen, incluso sabiendo que la mayoría no pueden verme. Cuando quiero, entonces, que me lean.
Pero, no es verdad que no haya una pequeña regla, pues es en ese momento en el que se rompe el día, cuando se resquebraja la tarde, cuando la luz se atenúa, cuando más escribo. Será que es entonces cuando se despiertan mis fantasmas o cuando más dormidos están mis sueños. Aún no lo tengo claro.
Escribo cuando le quito el acento al cuándo, ahora, ya, por fin.
El poder de un acento, el del pensamiento y en este caso el de la inteligencia, nos has haces reflexionar. Me pongo a ello. Saltibrincos
ResponderEliminarMe alegro de que ese acento provoque reflexión, Ester.
EliminarBesotes.
He escuchado a algunos escritores decir que ellos se ponen delante del ordenador, de la máquina de escribir (cada vez menos) o ante una hoja en blanco esperando a que les lleguen las musas, alguien dijo, no recuerdo quien, que siempre esperaba a las musas trabajando, yo no, la musa me puede venir en el momento mas inesperado, para ello llevo una pequeña libra para poner un simple apunte que me lo recuerde.
ResponderEliminarSaludos
A mí también, Emilio. Las musas jamás me avisan de sus visitas. Buena idea esa de la libreta.
EliminarUn saludo.
La verdad es que no recuerdo si te lo había dicho antes pero creo que lo primero que me llamó la atención de tu blog fue su título. Algo que ya había pensado algunas veces: pensar para luego escribir. Y escribir por todas esas razones que enuncias y que me parece que las hubiera escrito yo, o como si te hubieras metido a mi mente a hurgar un poquito (qué miedo, jajajaja).
ResponderEliminarMe ha encantado el escrito. Tiene tu estilo, y lo siento cercano, y creo que también extrañaba leerte.
Te dejo un gran abrazo querida Sofi.
Muchas gracias, Gilo. De momento, no puedo leer mentes (y a Dios gracias). Pero sí creo que escribir lo vuelve a uno más empático, especialmente con aquellos que también tienen esta afición, ¿no crees?
EliminarUn fuerte abrazo!
Me alegro que agotaras la pereza y se quedara sin batería tu móvil, aplausos para tu escenario Sofia. Un monólogo interior que dará paso a una historia, una películas, quién sabe qué, que, cuándo, cuando. A mi también me gustan esas horas donde dejo libre la inspiración para que me acompañe. Un abrazo
ResponderEliminarLa pereza es la peor enemiga de la escritura. Menos mal que al final es más fuerte el deseo de plasmar en palabras lo que susurran las musas.
EliminarGracias, Emerencia.
Un abrazo grande.
Cómo cambia el significado de una palabra un simple acento. Y por cierto, cuando escribes... ¡¡¡cómo escribes!!! Es un placer siempre leerte. Y siempre me dejas la cabeza pensando en tus escritos, reflexionando... Me gusta!
ResponderEliminarBesotes!!!
Margari, te agradezco mucho el piropo. Me conformo con eso: hacer reflexionar.
EliminarGracias por leerme.
Un fuerte abrazo.
Qué bonito post, Sofía. Lo que más me ha gustado es ese "cuando vuelvo del después al ahora". A mí me pasa mucho esto también.
ResponderEliminarUn beso, pretty.
Sí, Chelo, cuando uno le gana la batalla a la procrastinación pasan cosas maravillosas como ponerse a escribir.
EliminarUn besote!
Jo, un texto precioso que a todos los que en ocasiones juntamos letras nos ha emocionado. Sin duda, la mejor red social es nuestra mente. Allí campan personajes, historias que permanecen a la espera de que demos con ellas. Escribir siempre es posterior al pensamiento, yo solo escribo cuando esa idea invade por completo mis pensamientos.
ResponderEliminarUn texto para enmarcar... y a seguir escribiendo. Un abrazo!
David, muchas gracias. Además es una red social que no nos atonta como Facebook y compañía jaja.
EliminarA seguir escribiendo, o a seguir intentándolo.
Un fuerte abrazo.
Bello texto, Sofía. Sobre todo por que encuentras las palabras y metáforas adecuadas para expresar algo que para mí resulta imposible. En mi caso no sabría decir cuándo escribo, soy un caos y un desastre, pero al leerte has puesto un poco de orden en mi mente a algo que yo no sabía expresar.
ResponderEliminarMil gracias por ello.
Un besazo, guapísima.
Igual no necesitas ese orden, Ziortza. Tal vez a veces en el caos, en la necesidad de ordenarlo, es donde mejor surgen las ideas para escribir.
EliminarGracias, corazón.
Un besote.
Qué bonito lo dices. Un placer leerte.Un abrazo.
ResponderEliminarGracias de verdad, Betty.
EliminarUn besazo.
Escribe cuando sientas necesidad de hacerlo, sea de día o de noche, sea fiesta de guardar o para retozar, llueva o haga sol, haga frío o calor. No hay un mal momento para hacerlo excepto cuando uno se siente seco por dentro o agotado por fuera. La salud física y mental tienen, por supuesto, mucho que decir al respecto. En definitiva, escribe cuando quieras... pero escribe.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ese es el mantra a aplicar, Josep: escribe, por encima de todo. O casi todo.
EliminarUn abrazo.
Preciosa reflexión. Yo sobre todo escribo cuando, teniendo tiempo, soy capaz de vencer la pereza. Pero es cosa de segundos. En cuanto me pongo, la pereza se esfuma y todo suele salir seguido. Aunque también he de decir que depende de la resistencia que ponga la novela a ser reseñada, porque a veces, se resisten. Pocas la verdad y siempre la acabo venciendo.
ResponderEliminarUn beso.
Muy cierto, Rosa. De hecho, cuando me pongo a ello, me da rabia por mi procrastinación, por no haberlo hecho antes.
EliminarUn besote.
yo me encuentro en ese momento, el de correccion al final corres y no te fijas bien! besits!
ResponderEliminarPues uno tiene que tomarse su tiempo, que dicen que la corrección es la parte más importante de la escritura.
EliminarUn beso.
Es que en ese momento del día hay algo especial. Para mí no solo se trata del romanticismo, sino de que también estoy más relajada y predispuesta. Veo que coincidimos, Julio.
ResponderEliminarTe dejo otro bien grande.
Qué bonito Sofia, escribir es algo muy relacionado no sé si con las musas pero sí con la necesidad, de repente necesitas contar algo, primero a ti y luego igual, superado el miedo escénico, lo publicas. Y es que escribir es algo que no se puede evitar, se escribe y eso hace feliz y al final es lo que cuenta, encontrar aquello que nos haga ser felices.
ResponderEliminarBesos
Exacto, Conxita: escribir es una necesidad, un acto que una vez que empiezas, ya no puedes parar.
EliminarGracias.
Un besote.
Hola sofía , algunas veces uno espera a que lleguen las misas y casi nunca llegan a mi en particular me es muy útil una foto , puesto que muchas veces una foto dice más cosas de lo que cuenta . Saludos de flor .
ResponderEliminarUna foto, una imagen, a veces no hacen falta que sean físicas, con que aparezcan en nuestra mente, es suficiente para encender la chispa.
EliminarGracias por comentar, Flor.
Un abrazo.
¡Claro que sí Sofía! Escribimos cuando sale a borbotones las palabras y ya no la podemos contener. Creo que escribimos hasta cuando no escribimos, esas imágenes, vivencias, actitudes, pensamientos... en fin, la vida que pasa por nosotros, y nosotros por la vida, y antes de escribir ya hay un poso de escritura dispuesta.
ResponderEliminarQue me ha gustado mucho como lo has dicho Sofía.
La vida es un cuento continuo, Tara, en el que escribimos millares de historias a cada segundo.
EliminarGracias, querida compañera.
Un fuerte abrazo.
Hola Sofía!! Es un texto muy bonito y muy bien expresado. El cuándo puede ser diferente para todos, a veces no acabamos de encontrar tiempo, unos están más activos por la tarde y otros por la mañana, lo que está claro es que al final todos los que adoran escribir sienten esa necesidad de plasmar lo que ronda por la mente y es entonces “cuándo”.
ResponderEliminarUn besito guapa, me ha encantado!!
Gracias, María. No importa el cuándo, el caso es convertir en realidad ese deseo de expresar lo que uno piensa a través de las palabras.
EliminarUn besazo guapa.
Muy buenísima reflexión; sobretodo la final, cuando le quitas la tilde al cuándo. Y es que es así, aunque se acentúen igual, la tilde es lo que marca la diferencia.
ResponderEliminarA mí no me importa tu cuándo sino el de vez en cuando, porque siempre que vengo hay algo nuevo y de una calidad excelente, así que ven "cuando" quieras.
BEsotes.