Es muy probable que el género predilecto de los niños y adolescentes (entiéndase adolescentes de entre 13 y 16 años aproximadamente) sea el de la fantasía, tanto en el cine como en la literatura. Una prueba clara de ello se encuentra en la mundialmente conocida saga de Harry Potter, uno de los mayores fenómenos de los últimos años. Pero paralelamente a este tipo de literatura, también es evidente el furor que causa un nuevo estilo, por así llamarlo, de narrativa. Narrativa igualmente conocida y exitosa alrededor del mundo, pero en mi opinión carente de calidad. De ahí las comillas del título.
Libros como Harry Potter no entran por supuesto dentro de esta categoría. Me refiero al tipo de libros que desde hace algún tiempo están de moda entre los adolescentes. Desde mi perspectiva temporal, diría que todo comenzó con el boom de la saga Crepúsculo. Y ahora me detendré en ella. El primer libro se publicó en el 2005, y fue dos años más tarde cuando cayó en mis manos. No niego que me enganché totalmente a la novela, ya que por entonces yo tendría unos 13 años. Sin embargo, hoy por hoy no me incluyo en el grupo de detractores de Stephenie Meyer. No es solo porque guarde un buen recuerdo del libro, sino porque considero que, dentro de lo malo, en realidad no es una historia tan mal escrita. Es cierto que no tiene un argumento muy verosímil, que posiblemente peque de cursi, o que su exaltación del amor resulte un poco patética. Aunque es seguro que una gran mayoría no esté de acuerdo con lo que voy a decir, Crepúsculo me parece a pesar de todo una buena forma de suscitar el interés por la literatura. Lógicamente, es solo un elemento de base; no me refiero a que haya que leer únicamente historias de esta clase. En mi caso funcionó así, y sí, en su momento también me apasionó y me enamoré del atractivo Edward Cullen y sentí envidia y compasión por la joven e insegura Bella Swan (me sonrojo un poco al reconocerlo). Pero naturalmente uno va adquiriendo experiencia y madurez en la vida, y esto también se hace notar en la literatura. Y reitero que no considero literatura, al menos en el sentido de calidad, ninguna de las obras de esta saga.
Lo que sí critico con un poco más de contundencia es el oportunismo de decenas de escritores que en seguida quisieron aprovechar el éxito del amor vampírico e imitar los cánones de las novelas de Meyer para sacar tajada, hablando con claridad. Ya en otra entrada comenté que el mito del vampiro es preferible en su forma original, como un ser vil y oscuro, y que no estoy de acuerdo con su variante romántica adolescente.
Aunque bien es cierto que el elemento común a esta literatura juvenil no tiene que ser necesariamente la fantasía. Sin lugar a dudas, el condimento fundamental no es otro que el amor.
En todas las novelas juveniles se trata en mayor o menor medida este tema. Siempre aparecerá un romance entre los protagonistas, solo que en algunos casos se centran más en él que en otros. El primer ejemplo que me viene a la cabeza es el de las novelas de Federico Moccia. Historias como A tres metros sobre el cielo sí que no tienen ni un ápice de mi aprobación. No solo me parece que tengan falta de calidad, sino también de argumento, originalidad e interés.
Aún así, defiendo la lectura en general, y soy la primera en defender la idea de que es necesario leer de todo un poco, para después elegir lo que más te guste. Y en cuanto a la literatura juvenil, que tantas críticas parece provocar, yo diría que no es necesario preocuparse tanto. La calidad de estos libros no es en absoluto buena, y aunque en su momento despierten un gran interés y expectación, solo basta que pasen unos años para convertirse únicamente en un recuerdo de la adolescencia, o caer en el olvido general.
Estas navidades te van a caer la trilogía de Federico Moccia como regalo de reyes. Acuérdate de lo que te digo.
ResponderEliminarP.D. 3/35
P.D.2. Pensaba comentarte lo de la justificación de párrafos otro día, pero a la vista de que lo has empezado a hacer por propia voluntad y sin que nadie te lo dijera solo puedo añadir un "gran idea".