Se trata simplemente de cerrar los ojos e ignorar las manchas negras de tinta sobre tu impoluta hoja en blanco. Mientras antes te acostumbres a ellas, mejor: aparecerán cada vez más sin que puedas evitarlo. 

Para ser feliz hay que estar en un punto medio entre el egoísmo y la indiferencia, pues no por muy generoso que seas el mundo va a detenerse de repente para darte las gracias y enmendar sus errores. No se trata lógicamente de vivir al margen de la moralidad y hacer daño al prójimo. Haz las cosas lo mejor que puedas y ante todo sé tú quien se de cuenta de sus fallos. Tampoco te machaques sin cesar por ellos, a tu lado seguramente habrá alguien que los tenga y hasta se enorgullezca de ellos. Debes aprender un poco de todo el mundo, pero sin imitar a nadie.

Si he aprendido algo en estos últimos meses, es que todo es más fácil cuando quieres que sea más fácil. De pronto todas las sombras que oscurecían mi perfecto día soleado dejaron de tener importancia, por la sencilla razón de que he terminado por aceptarlas. Cuando hay días soleados, los acepto con gratitud, y cuando vienen los nubarrones, miro hacia arriba, les doy los buenos días y dejo que me acompañen durante mi jornada. Qué más da, ya se irán cuando quieran. Son caprichosos y mandones, y no seré yo quien los contradiga.

Confieso que a pesar de todo me costó llegar a este punto. Pasé mucho tiempo, demasiado tal vez, estancada en mi actitud disgustada e inconforme. Es cierto que probablemente la solución llegó gracias a los cambios significativos que se produjeron en mi vida de forma un tanto repentina, y afortunadamente la mayoría de esos cambios fueron positivos. Se me cumplieron muchas cosas por las que había estado esperando, así que no niego que mi estabilidad no sería la misma si tales cosas, "sueños", todavía no hubiesen aparecido. Y digo nuevamente que este hecho no implica que mis monstruos interiores hayan desaparecido por completo. Siguen escondidos, al acecho, en cada recoveco de mis pensamientos, pero la única forma de luchar contra ellos es afrontarlos lo mejor posible mientras estén, y disfrutar de su ausencia al máximo hasta que regresen.