De las horas de sueƱo sin horarios, a las alarmas intransigentes del tiempo.
De las horas de ocio en la orilla de la playa o en la punta de la montaƱa, a la responsabilidad ineludible de la oficina, el instituto, el puesto de trabajo.
De la brisa y el sol besando tu piel, a el aire reciclado, cĆclico, de esas cuatro paredes.
De las caƱas bien fresquitas en la terraza, con amigos o sin, a la vuelta al gimnasio, los bancos, las citas mƩdicas, las tareas en casa, el trƔfico.
De un adelanto del verano, a una continuidad de la primavera, puede que lluviosa y frĆa, otra vez. O no.
Del placer de unas breves vacaciones, de un respiro sin pausas pero sin prisas, al ajetreo cotidiano, a veces cansino, a veces estimulante. Pero, en todo caso, muchas veces necesario.
De un domingo que promete un lunes libre, a un domingo de reflexiĆ³n y hasta de resurrecciĆ³n, no solo para ese tal Dios.
De un puƱado de dĆas por venir, a una tarde postrera para pillar las Ćŗltimas migajas de descanso, ociosidad, tranquilidad, sosiego, pereza, diversiĆ³n o distracciĆ³n antes de coger carrerilla hacia tu conocida rutina.
SĆ, mucho se habla de la rapidez de lo bueno y la brevedad del placer. Y tambiĆ©n se oye por ahĆ que las cosas, mientras mĆ”s cortas, mejor (o algo asĆ como que lo breve es dos veces bueno). DejĆ©moslo en que las vacaciones largas, cortas, muchas o pocas, bienvenidas siempre son. Y que las rutinas, para bien o para mal, tienen que ocupar, inevitablemente, su lugar.
AllĆ” vamos, otra vez.
Y para ti, cĆ³mo no, feliz domingo y feliz rutina.
De las horas de ocio en la orilla de la playa o en la punta de la montaƱa, a la responsabilidad ineludible de la oficina, el instituto, el puesto de trabajo.
De la brisa y el sol besando tu piel, a el aire reciclado, cĆclico, de esas cuatro paredes.
De las caƱas bien fresquitas en la terraza, con amigos o sin, a la vuelta al gimnasio, los bancos, las citas mƩdicas, las tareas en casa, el trƔfico.
De un adelanto del verano, a una continuidad de la primavera, puede que lluviosa y frĆa, otra vez. O no.
Del placer de unas breves vacaciones, de un respiro sin pausas pero sin prisas, al ajetreo cotidiano, a veces cansino, a veces estimulante. Pero, en todo caso, muchas veces necesario.
De un domingo que promete un lunes libre, a un domingo de reflexiĆ³n y hasta de resurrecciĆ³n, no solo para ese tal Dios.
De un puƱado de dĆas por venir, a una tarde postrera para pillar las Ćŗltimas migajas de descanso, ociosidad, tranquilidad, sosiego, pereza, diversiĆ³n o distracciĆ³n antes de coger carrerilla hacia tu conocida rutina.
SĆ, mucho se habla de la rapidez de lo bueno y la brevedad del placer. Y tambiĆ©n se oye por ahĆ que las cosas, mientras mĆ”s cortas, mejor (o algo asĆ como que lo breve es dos veces bueno). DejĆ©moslo en que las vacaciones largas, cortas, muchas o pocas, bienvenidas siempre son. Y que las rutinas, para bien o para mal, tienen que ocupar, inevitablemente, su lugar.
AllĆ” vamos, otra vez.
Y para ti, cĆ³mo no, feliz domingo y feliz rutina.
Las vacaciones hay que disfrutarlas, sean cortas, sean largas. Si se puede, hay que disfrutar de cada momento. Y luego, volver a la rutina con las pilas cargadas.
ResponderEliminarBesotes!!!
Espero que empieces bien la rutina, y con fuerza. Ćnimo en tus objetivos.
ResponderEliminarĀ”Un abrazo!.
Las vacaciones tambiĆ©n tienen sus rutinas. Pero el placer de esas rutinas se aproximan mĆ”s a lo que nos gustarĆa que fuera el dĆa a dĆa. En cualquier caso, disfrutar, de cada aquĆ y ahora.
ResponderEliminarUn abrazo