"Amado amo". La devoción por los jefes capullos

Cuando pienso en el mundo empresarial, en seguida me viene a la cabeza una piscina con tiburones. Se trata de un símil nada novedoso, lo sé, pero no por ello menos acertado. Puede que la razón esté en que la personalidad de un hombre de negocios que quiera triunfar en su profesión parece que va asociada a adjetivos tales como "competitivo", "calculador", "inmoral" (y el uso del masculino en esta descripción no es neutro ni casual, por cierto).
Al menos así es como nos lo pinta mi querida, apreciada y casi que favorita escritora española Rosa Montero en su pequeña gran novela Amado amo. El protagonista, César Miranda, es un empleado venido a menos de una empresa venida a más que ha ido creciendo en poder e importancia a un ritmo acelerado en comparación con su ralentizado paso. Él, que durante años se manchaba los codos de esa crème de la crème con la que se relacionaba, ahora se hunde sin remisión en un pozo de anonimato y desprecio por parte de jefes y compañeros. Se ha convertido, en suma, en un corderito que no sabe nadar en medio de una piscina de tiburones con traje y corbata.



A pesar de lo deprimente de su situación, el fondo de la cuestión es en realidad risible. Por lo ridículo que resulta desde fuera ese sistema de devoción que vende tu dignidad a precio de ganga, ese mundo empresarial donde gana el más fuerte, y con ello muchas veces el más lameculos. Porque aquí -tal vez como en muchos otros aspectos de la vida- los avances personales se miden también en función de las palmaditas congratulatorias en la espalda, de las invitaciones a cañas tras el trabajo, del peloteo al superior incluso cuando éste te cae como una patada en la entrepierna. En pocas palabras, de la imagen que tengan los demás de ti, aunque esta no tenga nada que ver con la realidad.

Y César, que se sabe acorralado, que padece insomnio y vive en constante paranoia por mantener un estatus que se le desintegra en las manos, no sabe, ni puede, ni quiere soltar la correa que le ataron al pescuezo. Hará lo que sea necesario para que no se lo devoren de un bocado.
(Mi) Rosa Montero hace, pues, un análisis bañado en ironía, acompañado de una prosa personal, metafórica y cotidiana para denunciar, en sus propias palabras, a "esa nueva esclavitud a la que hemos llegado precisamente en un mundo que sólo habla de libertad."
Imagino que algunos de los que me leéis seréis miembros de empresas. Muchos incluso seréis jefes, no por ello capullos, por supuesto. Trabajar en tal ambiente como alterno o subalterno no tiene por qué ser tan deprimente ni desolador, ni mucho menos. Pero, en mi opinión, está claro que, cada vez con más frecuencia, los requisitos fundamentales para ser una businesswoman o un businessman de éxito son claros: la capacidad de inamovible servidumbre del cordero y la feroz competitividad del tiburón hambriento. ¿Qué pensáis?

El Poder poseía esa energía selecta, esa asombrosa alquimia: la capacidad de aparejar amor y sufrimiento. Y así, en todo subalterno parecía existir una pulsión de entrega hacia sus mandos. Como el perro que lame la mano que le azota, o el campesino bolchevique que llora tras haber degollado a su señor. Amado amo. 

Publicado el 15/3/2018 



CONVERSATION

34 comentarios:

  1. Tengo que leer en unos días "La loca de la casa" de Rosa Montero, hace tiempo que descubrí a Rosa, primero por sus artículos, en los que coincidía con ella al 100%, luego sus libros, el pasado año leí dos de ellos considerados de novela de ciencia ficción pero cuyo contenido van algo más allá, sus títulos:"Lágrimas en la lluvia" y "El peso del corazón" , merecen ser leídos.

    Saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es una escritora fantástica, tanto en sus artículos periodísticos como en sus novelas y ensayos. Me han hablado muy bien de esos títulos que mencionas, así que tarde o temprano me haré con ellos.
      Saludos.

      Eliminar
  2. Me ha encantado tu reseña, porque me gusta mucho Rosa Montero a la que tuve el gusto de escuchar en la presentación de su libro "La carne".
    En este libro no hay duda que muchos nos veremos reflejados, y me has recordado que ayer, en una charla a la que acudí, el ponente (un prestigioso psicólogo, Javier Urra) dijo de manera muy gráfica que a los jefes solemos dar cabezazos y con los camareros somos transparentes. Quien dice camarero dice subalterno, al que aludes en el párrafo que transcribes.

    Genial, Sofía.

    Gracias por la reseña.

    Un beso

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Chelo, ¡qué suerte! Escuchar a esta mujer tiene que ser una maravilla.
      Pues sí, creo que el peor trato siempre se lo llevan los mandados, que a veces no tienen la culpa de nada, pues siguen órdenes de arriba.
      Gracias, me alegro de que te gustase.
      Un besote.

      Eliminar
  3. Hola.
    No lo he leído pero sabiendo lo bien que escribe Rosa Montero y viendo tu reseña sé que me va a gustar.
    Besos.

    ResponderEliminar
  4. Hola Sofía, Rosa Montero es una gran escritora y una gran articulista en prensa escrita. He leído muchos de estos artículos en El País y junto con las viñetas de Forges era de lo que más me ha llenado de ese diario.

    Me gustaría señalar, que no pocas veces me desconcierta, cuando algunas personas dicen eso de mi jefe o mi jefa con aire de sumisión y a veces idealización, como si se sintieran completamente llenos y realizados al poder decir eso de "mi jefe o mi jefa" que me suena "a mi dios o mi diosa".

    Por otra parte el mérito y el esfuerzo parece cada día más devaluado, en detrimento de relaciones personales que se acercan más al enchufismo o `peloteo, que al propio valor de los que se limitan a cumplir con su trabajo y con buena nota.

    Abrazos y gracias por tu siempre interesante punto de vista.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tú mismo lo has dicho, Miguel: el enchufismo a veces asegura más éxitos que el propio talento. Manda tela.
      La novela sin duda hace reflexionar sobre esa sumisión al jefe incluso cuando este no nos ofrece un buen trato.
      Un abrazo y gracias a ti por tus siempre inteligentes comentarios.

      Eliminar
  5. Llevo tiempo sin leer nada de Rosa Montero. Me apunto éste, que no lo conocía.
    Besotes!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es breve pero intenso, Margari. Creo que te gustaría.
      Un besote.

      Eliminar
  6. He leído varias novelas de Rosa Montero, pero esa concretamente, no. Siempre tuve muy claro que no servía para el mundo de la empresa. No soy nada competitiva y además aunque quisiera, no sabría cómo se hace. Ya ni te cuento lo de hacer la pelota. Seguro que lo inatento y más que hacer la pelota, arreo pelotazos. Serían todo batallas perdidas.
    Esa fue una de las razones por las que decidí dedicarme a la enseñanza. En mi clase, no compito con nadie.
    Un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. jajaja me ha encantado lo de arrear pelotazos. Pues sí, definitivamente para ser empresario o empleado de una gran empresa hay ciertos requisitos que no todo el mundo tiene.
      Me siento doblemente identificada, pues también me da la impresión de que en la enseñanza no se ve tanta competitividad como en otros ámbitos profesionales. Aunque también tiene lo suyo y los tiburones nadan en todas partes.
      Un abrazo.

      Eliminar
  7. ME parece que esta reflexión a raíz del libro de Montero del que hablar (y aunque no lo he leído) es más realista que ficticio, lamentablemente. Hya muchas empresas así, jefes vomitivos, lameculos por doquier...
    ME considero una mujer competitiva respecto a mí misma, no a pisar a nadie ni dar ni pulir cera ni a jefes ni a compañeros.
    Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y tanto. Lo que se ve en esta historia es tremendamente realista, más aún en la actualidad, lo cual no deja de llamarme la atención, sabiendo que la novela se publicó en los años 80.
      Estoy de acuerdo en que nada como superarse a uno mismo.
      Un beso.

      Eliminar
  8. Le he leído algunos libros. El tema de los empresarios es conflictivo personalmente ellos crean una empresa, arriesgan su capital, a veces hasta su casa particular, y lo hacen por dinero. Un abrazuco

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Nadie dice lo contrario. Yo creo que para sacar adelante una empresa no sirve ser un buenazo, desgraciadamente. Pero también es importante darse cuenta de la deshumanización a la que se llega a veces por conseguir estar en la cima del éxito.
      Abrazos.

      Eliminar
  9. No he leído el libro de Rosa Montero pero he hecho algo mucho mejor: trabajar más de treinta y cinco años en empresas multinacionales, veinte de los cuales como directivo. Podría escribir yo también un libro sobre el tema que tan bien tratas, pues en más de una ocasión estuve a punto de ser devorado por algún que otro depredador. Y es que ser un empleado y jefe modélico (perdón por mi inmodestia) no te protege de las envidias y de la competitividad, todo lo contrario.
    Siempre dije que cuando me jubilara escribiría un libro que, si no fuera porque el título hubiera sido un plagio, habría titulado como "La antología del disparate". Y no solo por lo que viví dentro de esas empresas sino en los pasillos de los Ministerios con los que tuve que lidiar por razones de mi cargo. Porque hay tiburones por todas partes y no sabría decir cuáles son peores, si los de dentro o los de fuera.
    La agresividad (calificativo que se suele emplear como algo positivo: ejecutivo agresivo) y la competitividad están en el orden del día si se quiere progresar dentro de esas empresas que no son más de una jungla donde eres cazador o cazado y donde la supervivencia puede cambiar tu forma habitual de ser y actuar. Y ello, para más inri, no es exclusivo del género masculino, aunque sí más frecuente por el mero hecho de que hay más hombres con poder ejecutivo que mujeres. He conocido a jefas y directoras tanto o más crueles con sus subordinados. Quizá sea debido a que, para escalar hasta donde han llegado, han tenido que ser más duras de pelar y menos escrupulosas que sus compañeros masculinos. Y si no, mira cómo era Margaret Thatcher o cómo (probablemente) es Angela Merkel.
    Una muy buena reflexión.
    Abrazos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues visto lo visto, Josep, la novela te encantará. Porque, precisamente, la historia refleja cómo el Poder es una pirámide ascendente en la que siempre existe un superior superior a otro, valga la redundancia. El caso es que ser comido por un tiburón es un riesgo que se corre incluso si tu posición es muy buena o destacada. De ahí que haya que sacar a relucir las artes lameculeras de corderito con piel de lobo para ganarte el respeto y la aceptación de quienes están por encima de ti.
      En fin, imagino que esas experiencias que viviste en tu propia piel dan para muchas anécdotas similares a las que aparecen en esta novela. Gracias por esta estupenda aportación.
      Un fuerte abrazo.

      Eliminar
  10. tarde o temprano me hare cn ella y te contare! besitos!

    ResponderEliminar
  11. Creo que me voy a apuntar esta novela Sofía, porque aunque no he leído a Rosa Montero, creo que el tema de por sí merece la pena. Y que pena da esta sociedad a veces a la que se le llena la boca hablando de dignidad, libertad e igualdad cuando la realidad es que muchos de nuestros intereses y ambiciones pasan por pisar al que esta al lado o más abajo. Y que miedo me dan esas personas para las que el trabajo es todo y miden su vida en ese éxito. Que hagan lo que quieran pero que dejen vivir a los demás, a los que nos conformamos con vidas más "simples".
    Me ha encantado tu reseña, Sofía, me haré con el libro.
    Un besazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La clave está en trabajar para vivir, y no vivir para trabajar. La ambición desmedida es lo que tiene, que nos puede llevar a pagar cualquier precio con tal de conseguir nuestras metas.
      Si lo lees, Ziortza, estaré encantada de leer tu opinión.
      Un fuerte abrazo.

      Eliminar
  12. Hola Sofia
    No he leído esta novela de Rosa Montero y la apunto. He tenido la desgracias de sufrir y ver en directo a lameculos, envidiosos y malas personas, recuerdo algunas de las situaciones vividas como las más surrealistas y esperpénticas que jamás hubiera imaginado y todo por mantener un cargo o aspirar a un cargo. Como dice Josep Mª mucha agresividad, competencia y premiar al más pelota que no significa el más competente.
    Penoso.
    Besos y feliz semana

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues estoy segura de que leyendo "Amado amo" sentirías más de un deja vu. Es tremendo que se produzcan situaciones así en determinados ambientes de trabajo.
      Y desde luego, la competitividad no siempre va reñida al éxito.
      Un besote.

      Eliminar
  13. Una reseña muy interesante, Sofía, y dado que he leído otras cosas de Rosa Montero que me han gustado mucho, ¡me apunto el título del libro!

    Respecto a la pregunta que nos haces, supongo que hay de todo en todas partes, pero parece claro que sin afán de competitividad, sin maniobras para adelantar a quines pretenden adelatantarte y con un exceso de escrúpulos, no se llega lejos, efectivamente, en el mundo empresarial :(

    ¡Un beso y gracias por la recomendación!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, Julia, parece que en estos ámbitos es especialmente necesario convertirse en tiburón para que no lo devoren a uno.
      La novela lo refleja estupendamente.
      Gracias a ti por tu comentario.
      Un fuerte, fuerte abrazo!

      Eliminar
  14. Tal vez no sea nueva, pero puede que cada vez sea más obvia, más fuerte. Las empresas crecen, y con ellas el deseo, la ambición, las ansias por subir a lo más alto, a veces cueste lo que cueste.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  15. ¡Hola, Sofía! Bueno, leyendo el argumento parece que Rosa no ha descubierto la piedra filosofal en esta novela, je, je, je... Las relaciones de poder entre el ser humano son las mismas desde que vivíamos en cuevas. Entonces era el jefe del clan el que se encargaba de eliminar a quien osara discutir su liderazgo. Y ello provocaba que sus "súbditos" le rindieran pleitesía, salvo que tuvieran la fuerza suficiente para derrocarlo. Los cortesanos con los reyes, el mundo de la política, sea de izquierda o de derechas... Toda organización humana jerarquizada promueve lo que en su día se denominó Principio de Peter. Ningún jefe empresarial, líder político o mandamás quiere cerca a nadie que le discuta. Y nadie quiere discutirle, salvo que tenga la certeza de que pueda dar un golpe a la yugular que posibilite el cambio de poder. Mientras tanto, queda el peloteo, el quedar bien.
    Esto ha sido así siempre y, me temo, lo seguirá siendo mientras la sociedad sea jerárquica. Capitalismo, comunismo, tercer mundo... sinceramente no veo ahora mismo ningún sistema socioeconómico ni cultural en el que no se de esta sumisión al poder mientras eso suponga un beneficio propio. Lo que el refranero conoce como "Por el interés te quiero Andrés".
    Tendría que producirse una Epifanía moral de tal calado que hoy por es impensable. Habría que sustituir, entre otras cosas, el dinero como la recompensa social por un trabajo. Algo impensable. Bueno, siempre consigues que me enrolle. Un abrazo!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me apunto lo del Principio de Peter, David, que lo desconocía y siempre es necesario conocer la teoría de la práctica que uno sabe, por aquello de fundamentar la opinión ;)
      Pues no cabe duda de que todo lo que comentas es muy cierto. Históricamente el ser humano se ha organizado en jerarquías en casi todos los ámbitos de la vida. Esto no tiene por qué ser malo necesariamente (por ejemplo, en el trabajo es necesario tener un jefe con mayor experiencia y conocimiento que el empleado, o, en mi caso particular, es necesario que la profesora o el profesor esté jerárquicamente por encima del alumno, pues solo de esa forma de puede llevar a cabo la enseñanza). El problema está en cuando dicho sistema se corrompe y se produce el abuso de poder, las injusticias, el exceso de autoridad, el tráfico de influencias (aka enchufismo). Más aún, yo creo que lo que Montero quiere dar a entender, más que nada, es cómo ese sistema se vicia especialmente en las grandes empresas, y cómo el individuo se convierte en esclavo de un trabajo que en algunos casos no le satisface en absoluto. El libro se publicó en los 80, pero no ha perdido ni un ápice de su vigencia, sino que parece estar más de actualidad que nunca.
      Y, por favor, no temas enrollarte. Tus comentarios siempre son muy acertados y enriquecedores.
      Un fuerte abrazo.

      Eliminar
  16. Hola, Sofía

    Tiene muy buena pinta el libro. Lo apunto. Aunque no sé cuando lo leeré. Mi blog lo he abandonado por un tiempo. Estoy en un proyecto personal.
    Un abrazo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Descuida, Éowyn. Espero que ese proyecto salga adelante. Ya habrá tiempo de ponerse a leer ;)
      Un fuerte abrazo.

      Eliminar
  17. No he leído el libro y ningún otro de la escritora, no estoy segura de que me termine de llamar la atención de primeras pero soy una gran lectora y me acabo enganchando a todo lo cae en mis manos aunque no me entrara por el ojo. Un saludo

    ResponderEliminar
  18. ¡Hola, Sofía!

    No he leído a Rosa Montero, pero este libro pinta muy pero que muy bien. Todas las palabras que has puesto en tu reseña acerca del mundo de los negocios es la que yo también tengo en la cabeza. Es un mundo atractivo, pero con su lado oscuro. Me ha parecido muy interesante tu reseña, así que espero hacerme pronto con esta novela :)

    ¡Un beso!

    ResponderEliminar
  19. Rosa Montero es una de las grandes coincido contigo Sofía, hace tiempo que la tengo un tanto olvidada, no estaría mal volver a ella con esta novela. Interesante y certera visión de la realidad de muchas empresas y de muchos empleados. Aunque publicado en los 80 me temo que poco ha cambiado la cosa desde entonces porque perfectamente podría estar hablando de hoy mismo.

    Un abrazo Sofía.

    ResponderEliminar

BTemplates.com