Escogí las palabras Realismo y religión porque me parecen las que mejor describen la obra de Juan Valera. Es cierto que en general la novela me gustó, pero todo hay que decirlo: en ocasiones resulta pesada de leer por dos razones: el exaltado tono religioso y las largas y tormentosas reflexiones del protagonista. Antes de nada, pongámonos en situación con la ayuda de este pequeño resumen (hecho por mí hace un tiempo, utilicé ese tono un tanto pomposo con la intención de imitar el estilo de la obra):
Bajo un exaltado e intenso estilo epistolar se nos da a conocer una peculiar y deleitante historia de amor: la de Don Luis de Vargas, aspirante a sacerdote, y Pepita Jiménez, mujer viuda de gran bondad y alma caritativa. Mediante las cartas que Don Luis envía a su tío Deán, descubrimos el nacimiento inminente de una pasión real y sincera, pero que va en contra de los proyectos religiosos y la moralidad divina del joven. Por ello, su orgullo y su culpabilidad por amar a una mujer que lo aparta de su ideal de fe y su camino hacia la santidad hacen de Don Luis un ser obsesionado, trastornado por la locura que invade sus más decentes principios.
La historia básicamente gira en torno a esta relación indecorosa en la que ambos amantes deben luchar contra las convenciones sociales y las suyas propias, en un ambiente donde queda claramente reflejado el gran poder que ejercía la religión en la vida cotidiana de las personas. Como es propio de muchos autores del Realismo, se utilizan personajes tales como curas o sacerdotes que se enamoran de mujeres humildes (muchas veces casadas, aunque no es el caso de Pepita Jiménez) para criticar en cierta medida este afán religioso que a la hora de la verdad no se cumplía tan a rajatabla. Además, se hace un fiel retrato de la sociedad de la época, que como bien digo tenía grandes tendencias conservadoras y cristianas.
No obstante, el amor que se muestra en esta novela, aunque apasionado, digamos que está exento, como es lógico, de una pasión carnal; todo se reduce más bien a un romance espiritual... o vamos, en apariencia.
Sea como sea, Pepita Jiménez me pareció una lectura interesante, tanto por la historia de amor, como por los protagonistas, por quienes no puedes evitar sentir empatía, como por las referencias sociales e históricas que te aproximan a la época en la que el autor escribe y narra la novela.
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