Un brindis por la melancolía

Si hay un sentimiento que detesto, es sin duda la melancolía. La melancolía, a diferencia de la rabia, el dolor, la tristeza o cualquier otro sentimiento, se instala sin previo aviso y sin dar cuentas a nadie. Con la rabia puedes gritar, y con el dolor y la tristeza llorar, pero, ¿qué haces con la melancolía? Es una sensación indefinida, inconsistente, que se siente, pero que no tiene forma, ni motivo aparente. 
Viene, tan solo viene a recordarte que existe y que es capaz de provocarte ese extraño sobrecogimiento en algún lugar de tu cuerpo, o de tu mente. 
A veces, o casi siempre, me pilla por sorpresa, a mí y a mi corazón, al que aplasta con tal crueldad... Pero ella se hace la inocente, no rinde cuentas a nadie y además exige ser el centro de mis emociones.
¿Con qué derecho, melancolía? Como cabe esperar, no me da ninguna respuesta. Sigue aquí, conmigo, eso sin dudarlo, pero calla, sabiendo que así hace más daño, que el silencio o la incertidumbre duelen incluso más. Sí, digamos que hoy brindo por la melancolía, pero con la clara intención de que se acabe, de que se vaya, que se desprenda de ese trocito de alma al que puede hacer jirones. 
La melancolía sigue sin responder...


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4 comentarios:

  1. Has metido el dedo en la llaga...¿qué hace uno con la melancolía?

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  2. Cuando menos te esperes, se habrá ido...

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  3. Pues sí, sólo se puede esperar que se vaya...
    Besotes!!!

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  4. La melancolía me da miedo. Viene sin hacer ruido y muchas veces se queda instalada durante tiempo.
    Besos

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