La baraja del destino

Imagen de Oriol Jolonch
El otro día me lo volvieron a preguntar. Y yo, como siempre que me lo preguntan, lo he tenido muy claro: sí, creo en el destino. No soy de supersticiones, de fe, de dioses visibles o invisibles, de religión de ningún tipo. Pero si hay algo en lo que deposito una creencia divina, puede que de forma extraña y contradictoria, es en el destino. Sí, de aquí se puede sacar que no tiene mucho sentido creer en algo aleatorio y sin pruebas fehacientes (sino) mientras se rechaza algo de naturaleza similar (fe religiosa o espiritual), pero me ciño a mi derecho al agnosticimo y al de que cada quien puede escoger la idea absurda que mejor le convenga para tratar de entender este sinsentido al que llamamos existencia. 
Para mí se trata de un algo, llámalo fuerza, llámalo energía, llámalo poder superior, que hace que nuestras vidas sigan un camino determinado en el que se entreteje un rumbo que muy raramente podemos elegir ni predecir. 
Es curioso que haya quien no esté muy a gusto con la idea de que en realidad nuestra capacidad de elección sea tan limitada o hasta inexistente. Sin embargo, a mí me produce cierta sensación de tranquilidad, puesto que, si ya la suerte ha sido echada y lo que tiene que ser, será, a uno debería de angustiarle menos lo que sea que esté por venir. Porque, ¿quién se preocupa por el trabajo que ya está hecho?
No obstante, tampoco pienso que nuestras posibilidades de decidir sean tan restringidas. Más bien, me gusta pensar que este es un juego en el que el destino ha escogido y barajado previamente nuestras cartas, pero somos nosotros los que tenemos que escoger cómo jugarlas. 
En mi caso, la baraja ya venía marcada con unas cartas determinadas que me llevaron, entre otras muchas cosas, a emigrar (nací en un país en el que no resido actualmente), a sentir pasión por los libros y los idiomas, y gracias a ello, estudiar lengua y literatura inglesas, o a dedicarme a una profesión que honestamente no consideré nunca ejercer hasta hace bien poco (educación). Alguna fuerza me motivó a escoger ese camino... ¿y por qué no otro? Nunca lo sabré. 

Lejos de lo que parece, esta reflexión no me ha surgido por culpa de una pretensión filosófica, ni con la necesidad de alardear de sabiduría trascendental, ni mucho menos para crear debate sobre creencias místicas. De hecho, esta entrada se me ocurrió gracias a una conversación con unos colegas estupendísimos en una noche de risas entremezcladas con alguna que otra copa (ya se sabe que el alcohol y las musas suelen llevarse bien), así que a nadie se le ocurra tomarse demasiado en serio nada de esto. Como digo, al final estamos todos defendiendo un credo que tiene como único fundamento nuestra propia subjetividad.
Por tanto, volviendo al tema principal, reitero que, si hay algo en lo que creo, es en el destino. No siempre con fe ciega y confiando muchas veces en que soy yo la que lleva el timón, pero al mismo tiempo siendo consciente de que hay miles de pequeñas casualidades y causalidades que me llevaron a ciertos lugares, personas, vivencias, golpes de buena o mala suerte que, me guste o no, son parte de mí por algo que escapa irrevocablemente a mi control. 


Publicado el 19/11/2018



CONVERSATION

20 comentarios:

  1. ¡¡Uff!! ¿que quieres que te diga cuando no se lo que decir?, para hablar del destino, tendría que estar con una copa, o mejor, con varias copas de más.

    Saludos

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  2. ¡Qué tema lo del destino! Yo también, después de más experiencias que elucubraciones, llegué a la misma conclusión: el camino del libre albedrío es muy estrecho.
    Sí, es cierto que ante una encrucijada los que terminamos eligiendo cuál camino a seguir somos nosotros. Pero ese conjunto de circunstancias que desembocaron en esa situación vinieron de afuera, no fueron determinados por nuestro deseo o voluntad. Mis padres tampoco querían emigrar, los forzó el momento del país natal. Y yo formé parte de ese acto... y me crié en otro lado sin que mediara mi poder de decisión en eso: tenía solo tres años. Mi destino era vivir en Buenos Aires.
    A lo único que debemos atender es cuando es más conveniente decir no o cuando decir sí ante las situaciones impuestas.
    Me encantaron tus reflexiones y la forma de presentarlas.
    Un gran abrazo, Sofía.

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  3. Uff, qué tema más espinoso. Yo no llego a decidirme. No sé si he llegado a este punto de mi vida por mis elecciones o si el destino me hubiera hecho llegar de todas formas. No obstante, como nunca sabré la respuesta, tampoco es algo que me preocupe en exceso. Lo que me fascina es saber que cualquier decisión distinta tomada de las muchas que ha habido a lo largo de mi vida, podría haberme llevado por derroteros totalmente insospechados.
    Creo que es un tema para debatir bajo los efectos de alguna sustancia tipo alcohol o maría. Así debe de resultar apasionante.
    Un beso.

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  4. Ni si ni no, no lo tengo claro, a veces hemos mantenido esa conversacion pero nunca llegamos a puerto. Un abrazo

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  5. Menuda noche de risas y copas tuvo que ser para acabar con el destino, je, je, je... Bueno, yo no creo en el destino. No creo en él porque si creyera debería creer en muchas otras cosas que necesariamente llevarían aparejadas esa creencia. Destino me sugiere plan preconcebido, en ese caso necesitaría de alguien que lo hubiera preconcebido. Y ese alguien debería ser un ente espiritual: Dios.
    Si creyera en el destino debería creer en la posibilidad de la videncia, en la existencia hoy de una existencia futura a la que estoy abocado.
    Creo que es más sencillo pensar que el Destino no es más que una ilusión de nuestra mente racional acostumbrada a la ley de la causa y efecto. Siempre hablamos del destino a posteriori, nunca a priori. Es solo una justificación de nuestra situación hoy. Es más cómodo hablar de destino que de la consecuencia de nuestras decisiones. La realidad es todo lo contrario. La realidad es esencialmente azar. Si pensamos en nuestra especie parece que nuestra existencia estaba predestinada, solo porque estamos hoy aquí. La realidad es que estamos por una serie de casualidades improbables, pero que se han dado desde el Big Bang.
    Si alguien tiene la desgracia de que al pasear por la calle le cae una maceta de un balcón y lo mata, para los familiares es más asumible hablar de que ese era su destino que pensar en que simplemente tuvo mala suerte, que una serie de sucesos inconexos le llevaron a coincidir su paso con el momento exacto en el que esa maceta estaba cayendo.
    Pienso, en definitiva, que para bien o para mal es el azar el que nos gobierna.
    Un fuerte abrazo!!

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  6. ¡Hola, Sofía!

    El tema del destino puede ser muy relativo, pero yo sí que me decanto por él. Eso sí siempre pienso que si quieres conseguir algo tienes que luchar por ello y si lo consigues es que estabas destinado a ello. Es un tema muy interesante que se tendría que discutir largo y tendido ;)

    ¡Un beso!

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  7. Hola Sofia , lo que esta claro es que nuestro destino esta escrito desde el mismo día que nacemos , lo que no tenemos muy claro es cuando nos vamos a morir , ya que el futuro no los podemos crear nosotros , al igual que si tenemos suerte , podemos evitar o engañar a la muerte , pero si el día ya lo tenemos marcado , ya no hay nada que hacer , un post la mar de interesante , te deseo una feliz semana , besos de flor.

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  8. ¡Hola!
    Este año, en uno de mis jueves reflexivos hablé porecisamente de esto. Yo síi creo pero hasta cierto punto. He vivido muchas de esas "casualidades" y "causualidades" que nombras,y opino igual, creo pero no con fe ciga.
    Muy muy feliz día.

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  9. Es sin duda un tema que despierta controversia, incluso con nosostros mismos. Yo he llegado a pensar que no existe la casualidad, sino la causalidad, que todo ocurre por algo y no por accidente. Esa sensación la tengo siempre que miro atrás y veo de dónde he venido y adónde he ido a parar, pero sobre todo el cómo lo he hecho. Ese cúmulo de aparentes casualidades que han ido forjando mi vida (gente a la que he conocido que han jugado un papel muy importante, las decisiones que he tomado, etc.) se me antojan ahora piezas indispensables y necesarias. Se podría pensar (y también lo he pensado) que, de haber obrado de otro modo y haber conocido a otras personas también influyentes, mi vida habría tomado otro derrotero tan bueno o tan malo. Y así, podrían haber miles de combinaciones que habrían dado lugar a una existencia distinta. Pero, por otra parte, han habido hechos tan singulares a lo largo de mi vida (como supongo que en cualquier otro hijo de vecino) que me resisto a creer que tuvieron lugar por el simple azar.
    Un abrazo.

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  10. Hola Sofía, me quedo con una idea de lo que has escrito. Si efectivamente existiera el destino, sería algo muy tranquilizador pues de una u otra manera nos produciría una sensación de paz a la espera de los acontecimientos sin tener la necesidad de querer controlar cada momento de nuestra existencia. Cómo es algo que no se pude probar, es sería cuestión de fe, pero en cualquier caso me parece un tema muy interesante para la reflexión. Otro tema sería también la suerte, algo que a veces puede determinar parte de nuestra vida y que quizás también enganche de alguna manera con el destino, el azar, la casualidad o la causalidad.
    Es un tema más que interesante, gracias por ponerlo sobre la "mesa".
    Un cordial saludo.

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  11. Coincido contigo en que con el alcohol llega la inspiración, eso es cierto. Respecto al destino, yo también creo; creo en las señales o en la predestinación, o en ambos.
    Estupenda reflexión.
    Besos.

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  12. Me ha gustado tu reflexión, Sofía, aunque te llevara a ella lo que cuentas ;-)
    Lo que yo creo es que cada cual se aferra a lo que mejor le hace sentir, le parezca plausible o consistente o no.
    Muchas veces he pensado que si tuviera otra vida muchas cosas no las haría igual. Sin embargo (y a pesar de ello) algo que no he hecho jamás es pensar que hubiera sido de mí si hubiera estudiado otra cosa, si hubiera trabajo en algo diferente, si hubiera salido con aquella persona, etc.

    Un beso, pretty.

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  13. Hola, Sofía.
    A veces es imposible luchar con lo que nos deporta la vida, por más que nos esforcemos o intentemos girar esa rueda para que vaya en otra dirección o intentar que las cosas sucedan de otra manera, no podemos hacer nada. No sé si es destino o camino asignado, pero sí creo que tiene que haber algo más allá de nuestras propias elecciones, porque sino, estoy segura de que muchas de las circunstancias que nos suceden no serían de esa manera, o por lo menos no del todo.
    Otra cosa es ya esperar, o a verlas venir, eso no. Como tampoco aceptar las pérdidas y las derrotas, con ellas uno debe remontar. Pero sí, yo también creo en el destino o camino y que este es el responsable de muchas de las elecciones que más tarde hemos tenido que tomar y aceptar.
    Un beso enorme, las divagaciones con amigos; las mejores, :)

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  14. PUes para hablar de esto, mejor entre copas me parece a mí. Pero sí, también creo que en el destino. Que sí, que podemos rebelarnos, pero también creo que hay cosas que están ahí marcadas y que son inevitables.
    Besotes!!!

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  15. Un tema de lo más interesante especialmente entre copas jajaja
    No me preocupa especialmente el destino, ni lo que será o no. No me gusta pensar que todo está decidido, me gusta creer que tenemos opciones, que podemos decidir y acertar o equivocarme (aunque no me guste), pienso que tenemos la vida que tenemos y que a través de de nuestras decisiones vamos viviendo, tener opciones nos hace libres, si todo está decidido me provoca malestar, entonces para qué hacer algo. No me convence, prefiero ser yo la que decida.
    Besos

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  16. Ufff!, si te refieres a que el medio que nos rodea nos condiciona para tomar unas u otras decisiones y que el conjunto de esas decisiones conforman nuestro destino,... quizás comparta contigo tu opión,... pero tanto como llamrle destino,... enfin, quizás con una copa más,... jajaja

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  17. Mi querida Sofía, supongo que te volveré a tomar la palabra. Me parece bastante atinada tu reflexión y da mucho para pensar.
    De entrada te digo que yo pensaba que efectivamente el destino existía basado en todo lo que vi en la televisión (tele y películas), me parecía que era algo sabido que cada uno teníamos un destino asignado, ¿por qué?, nadie lo sabía. Ahora no sé, creo que unos días pienso que tal vez sí y otros que seguro no, jajaja.
    Lo que sí sé es que tenemos las cartas echadas al momento de nacer, como por qué he salido tan parecido a mi padre para pesar de mi madre, o la fortuna de ser alto y blanco en un país tan racista y pejuicioso, jajaja.
    Te dejo un gran abrazo.

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  18. Hola,yo no creo en el destino.Creo más bien en la genética,en nuestra crianza,en lo que nos rodea,en la casualidad.No sé,que se yo.Abrazos

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  19. Hola Sofía, si el destino implica que cualquier cosa que haya sucedido estaba destinada a suceder, digo que no creo. Prefiero creer que mi vida está determinada por mis decisiones y acciones, y mi destino será una consecuencia de estas decisiones y comportamientos. ¿Por qué será Sofía que estos temas siempre salen entre amigos y alguna copita por medio? interesantes conversaciones.
    Un abrazo fuerte, que sepas que la falta de tiempo es la que no me deja disfrutar más de estas estupendas entradas que nos traes, pero siempre que saco un ratito intento leerte.

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