Black Mirror no es ni una serie policial, ni de médicos, familias, adolescentes o súper héroes. Es, hasta el momento, la producción más peculiar y destacable que he visto, por su temática pero sobre todo por la forma en que está planteada. Lo que más abunda en ella es el mal rollo y las historias perturbadoras, las más perturbadoras que ha ofrecido la televisión hasta ahora. Pensaréis que es un poco raro que me pueda gustar algo que te transmite una sensación de malestar o incomodidad, pero la razón de ello es bastante sencilla: cada capítulo es un reflejo de nuestra sociedad, de lo que somos y de nuestros valores, especialmente de la presencia de la tecnología que tenemos a mano y que forma parte indispensable de nuestra vida.
La Wikipedia utiliza el término tecno-paranoia para definirla, y me parece bastante acertado, ya que son esas dos cosas las que aparecen continuamente combinadas en la serie. Black Mirror se traduciría literalmente como Espejo negro; por lo que es fácil captar el mensaje.
¿Cómo somos y por qué? Una pregunta frecuente y tópica, pero a la que se le da respuesta de una forma totalmente innovadora, algo que se ve muy fácilmente gracias a la increíble tecnología informática y electrónica que utilizan en cada episodio.
Como dije anteriormente, cada uno de ellos habla de algo diferente, manteniéndose siempre dentro de ese mensaje original. Nos encontraremos con chantajes espeluznantes al primer ministro (capítulo 1, el cual no me gustó, no porque no sea bueno, sino porque no fui capaz de asimilarlo), bicicletas en las que los empleados pedalean para ganar su sueldo, programas informáticos que recrean la voz de una persona fallecida, mecanismos internos que te permiten visualizar al detalle momentos pasados...
Repito que a mí el primer capítulo me pareció tan desagradable que no me gustó, pero aún así me animé a seguir viéndola, y valió la pena. Es increíble la forma en la que te mantienes atento a cada detalle de las distintas tramas, pues ni un solo capítulo es aburrido o poco interesante.
En un principio pensé en hacer una entrada para cada episodio detallando y dando mi opinión, pero creo que no es buena idea. Black Mirror es una serie cortísima, puesto que consta de dos temporadas de tres capítulos cada una (es normal, hay que verla en pequeñas dosis para moderar la perturbación). Es preferible, por tanto, que quien quiera verla lo haga por su cuenta y viva en primera persona estas sensaciones de la que os hablo; y para aquellos que ya la hayáis visto... supongo que no os estoy contando nada nuevo.
Mi más sincera recomendación.
Serie brutalísima. Ya le di la chapa a Manchy y Pirri para que la vean.
ResponderEliminarNo la conocía pero esta si me la voy a ver (o intentar al menos) que sea tan perturbardora me llama mucho.
ResponderEliminarAdemás casi estot alcanzando ya a juego de tronos así que en cuanto la finalice me voy a animar con esta y ya te contaré si paso o no del primer capítulo jeje
Un beso!
Ni la conocía, pero voy a tener que animarme a verla, que este tipo de series suelen gustarme.
ResponderEliminarBesotes!!!
He visto la primera temporada y es el primer capítulo el que más me ha gustado quizás por impactante (aunque también desagradable, como dices). Tengo que ver la segunda temporada!
ResponderEliminarSaludos.